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La poesía puede ser un árbol de pocas palabras, un río de aguas muy suaves que murmura nostalgias o, la brisa de la tarde acostada sobre un aliento de mujer, sumergida en su enigma y misterio más profundo, como una cometa fugaz; pero siempre será todo a la vez: murmullo, entrega,  asombro, tierra movediza, palpitación, pasadizo de secretos y voz de muchas huellas inexplicables.

Una existencia distinta a la luz, esta propuesta poética de Ismari Marcano Dicurú, es también así. En esta obra en particular, se tutea con los signos y símbolos de su (des)pertenencia: soledad, amor fugaz, derrota cotidiana, celebración del instante, fuego carnal, caricia de deseos, fiesta estremecida de recuerdos y suma de sensaciones arbóreas que estremecen su monumental personalidad con vientos de menudos contrarios.

La lectura de esta obra sacude el ojo y lo eleva al alma sensible que ausculta su sentir poético. Sus páginas son enigmas de sentires que se muestran como fotografías íntimas, rodeando al otro entre el encuentro y la pérdida, el arrebato y la soledad.

No pocos colores y miedos se entretejen al verbo. No pocas máscaras se muestran en esta bien lograda prosa poética de esta excelente poeta del Delta del Orinoco. Todo vuela y gira como una cometa liberada. Todo habla desde el silencio que la poesía posibilita. Así es esta poesía. Así es este libro de Ismari Marcano Dicurú.

Su nombre adviene de las aulas de la Universidad de Oriente, donde fungió de profesora hasta jubilarse en las aulas, pero no de la pasión docente y cultivar el arte poético como actividad conexa con su trabajo de promotora cultural, tallerista de diversos géneros literarios y activadora de jornadas de motivación a la lectura, mediante la develación de las claves de sus hondos desciframientos. Por ello, desde su natal ciudad de Tucupita, en el estado Delta Amacuro de Venezuela, hasta la Puerto Ordaz de Ciudad Guayana, en la tierra de Canaima y los tepuyes del macizo guayanés, su nombradía recorre el ejercicio de una intensa búsqueda de saberes y creaciones ligadas al arte y la poesía.

Me alegra darme cuenta que los Proyectos de la Sociedad de Poetas Andrés Eloy Blanco,  la Fundación Cultural Letras del Manamo, así como, el Encuentro Latinoamericano de Poetas La Victoria, el Proyecto Perfopoesía Valencia y  el Encuentro Poético del Sur (estos últimos, son los tres Proyectos Poéticos más grandes del país de iniciativa no gubernamental), han encontrado refugio en la mente insasiable, creadora de esta poeta. Así como, en su constancia y empeño por este oficio al que los poetas Gustavo Pereira y Lubio Cardozo, han dedicado visiones varias, pespunteos diversos, teóricas cercanías y sabias orientaciones.

Ismari Marcano Dicurú, nombre ya unido a la calidad en sus propuestas poéticas, conoce muy bien la plenitud del poema y el lírico camino de sus misterios, puesto que, la excelencia siempre debe ser el norte. Por eso, una vez más,  lo muestra en esta prosa poética, confesional, íntima y feminista. Su mesura desnuda y entrega, pero no corrompe el imaginario. Su libertad entrega y cede, pero no condena ningún ideal. Todo fluye en un acto de sinceridad. Su voz es caricia suave como esa brisa de la tarde que anunciamos en las primeras líneas. Acá lo podemos sentir en los siguientes versos que atrapan la esencia de hermosísimas figuras literaria:

“En este respiro el único de fiesta es el calor / Con corona y corcel galopa por la estancia”.  “Te espero… en tanto le hablo con señas a la noche vestida de luciérnagas y… me extingo en la aurora de tus valles de ausencia”.  “Cuando te vayas… cierra la puerta y deja a los fantasmas del amor… cuidándome”.

La ciudad también gana su espacio donde el alma estremece sus silencios y encuentra sus zombis. Ismari Marcano Dicurú, la palpa y la mira en un costado de su alma.

La llama Puerto Ordaz y le habla: “Ahora, solo están basureros inmensos de sueños y desesperanzas”, pero la ciudad le muestra ríos y le entrega lluvias, canjeadas por soles y flores que aparecen de la nada. Así, la piel trasmuta y el poema se mueve como pez. La poeta lo sabe y lo escribe. Hace su casa de ese modo y le pone puertas abiertas. Las deja escritas en paredes limpias y nos invita a leerlas. Y yo los insto a entrar, página a página por los misterios de sus aposentos.

JOSÉ PÉREZ

*Poeta, ensayista, narrador, Crítico Literario

Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo (España).

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