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Hay rostros tristes. Hay lágrimas. Hay deseos de ya no vivir más. Hoy lloro una vez más.

  • Apenas llegue trabajaré fuerte, lo haré por ellos, al fin podré ayudar a mi familia, posiblemente fue la primera ilusión.

Habría emociones, se habría frotado las manos, sentado allí entre desconocidos y conocidos, quizás, pensaría mil cosas con apenas un pequeño bolso lleno de sueños.

Dejó su familia. La razón de su lucha.

  • Mi familia estará angustiada, no sabe nada de mí, ojalá estén bien, espero verlos nuevamente, ojalá esto termine pronto.

No fue así, ahora lo extraño, esa ola me ha quitado lo que más quise, ese padre, ese hijo, esa esposa, ese nieto, ese hermano, ese amigo, me lo arrebató, sí, en un abrir y cerrar de ojos, ya no supe más de él.

Ahora está en otro lugar, no sé dónde, solo espero estar un día con él, nuevamente.

Allí fueron 24 sueños. Pocos aún permanecen, el resto quedó entre aguas, se los llevó la corriente.

Ya todo acabó, finalmente, pero no como yo quería, nadie con razonamiento lógico lo hubiera deseado.

Yo estaba bien, yo sonreía, de pronto hubo un silencio en esas cuatro paredes, vi ese rostro poco común, me di cuenta que algo no andaba bien. ¿Qué pasó? pregunté.

  • Murió, sí, ya es confirmado.

Estuve paralizado por algunos minutos. No reaccionaba. Cuando regreso en mí, no quería decir nada, solo refugiarme en el silencio, cobijarme, mientras una lágrima rodaba en mí.

Me hacía un recuento de algunas anécdotas, siempre estuvo allí. Reí, pero también lloré. No podías ser tú.

Tan pronto, las diferentes plataformas digitales se inundaron de lazos negros. ¿Qué es esto? Aquello parecía una pesadilla, pero estaba sucediendo.

Esta vez nos tocó a nosotros, a nuestro Delta, cuatro meses antes había sido Güiria, por un mismo fin.

El luto se apoderó de todo el territorio deltano, en los hogares no se habla más que de ello. Todos lamentan lo mismo, eran nuestros. Hay caras largas. El Delta había sido sacudido con un duro golpe.

Ese 23 de abril será difícil de olvidar. Quedó marcado y con una tinta llena de nostalgias. De seguro será por mucho tiempo. Solo Dios sabrá.

Mientras tanto, yo sigo aquí, sumergido en el silencio, intentando aceptarlo, con ese nudo que no me deja decirte adiós.

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