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Por: Juan González

“Aquí estoy para vivir mientras el alma me suene y aquí estoy para morir, cuando la hora me llegue, en los veneros del pueblo, desde ahora y desde siempre. Varios tragos es la vida y un solo trago la muerte”. Miguel Hernández

El pasado viernes 8 de enero, hace un mes, se nos fue Luis Rincones Campos, el “Caín” de radio Tucupita cuando funcionaba en la Av. Cementerio; el “Manos limpias” después de la campaña electoral de 1978 en la que el Movimiento de izquierda Revolucionaria (MIR) postuló a Américo Martin como su candidato presidencial; el concejal suplente en la terna de MIR posterior a las primeras elecciones  municipales  nacionales separadas de 1979; aunque por muy poco tiempo, secretario General de Gobierno en los turbulentos, en los convulsionados días de 1999; el candidato del MAS a la alcaldía del municipio Tucupita en el año 2013, que declinó para apoyar la candidatura de una disidente del PSUV; el de “El Miaito”, una especie de rincón, un lugar para la tertulia y bohemia encapillada; el creador de “Barranqueñita” 103.5 FM y de cable Delta, pero fundamentalmente el fundador- propietario de Oceánica 98.5 FM, cuya puesta en funcionamiento el 23 de diciembre de 1993 constituyó unhito en la evolución de la radiodifusión deltana, no solo por el hecho de ser la primera emisora de frecuencia modulada en el territorio deltano, también por haber puesto en funcionamiento “La Gaviota”, aquel vehículo blanco tipo minibús identificado con el logotipo de esta emisora que le sirvió de unidad ambulante, móvil  para transmitir denuncias y reclamos de las comunidades, para reportar protestas o cualquier otro evento importante.

Ya, para lo que pudiéramos llamarla segunda etapa de su vida, la famosa gaviota sirvió de transporte para cumplir con el operativo “Dale una mano a San Nicolás”, que consistía, a partir de cada 23 de diciembre con motivo de su aniversario, en el reparto u obsequio de juguetes a niños de barrios, urbanizaciones, caseríos terrestres, hasta fluviales.

Se nos ha ido el “Caín” y el “Manos Limpias” de entonces y el Luis de siempre, sembrador, cosechero y peregrino.

Compañero de aula e inquietudes, desvelos, sueños y esperanzas por una Nueva Venezuela y un Delta mejor: ¡Vete tranquilo!

Después de todo y a pesar de todo, cumpliste, “bien la obra de la vida”, cruzaste el Rubicón, hiciste camino al andar.

¡Hasta siempre, amigo Luis, hasta siempre!

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