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Dr. Crisanto Gregorio León

Si usted ve el fraude y no grita “fraude”, usted es un fraude.

 «Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden» (2012).

Nassim Taleb.

¡Si, como no!, Jesús Alberto estudió a distancia. Pero a distancia de la honestidad y de la ética, a distancia de la probidad, a distancia de las leyes y a distancia del honor. Es que Jesús Alberto y su Jefe, distan mucho de la frase de que  “el hombre es bueno por naturaleza”  de Jean-Jacques Rousseau en su novela Emilio.  Entonces vimos a Jesús Alberto, en un acto casi furtivo, luciendo “más pintorreado que un pavo real y echándoselas de gran señor”, donde no le cabían más medallas colgando.  Y recordamos el pensamiento de  Ugo Fóscolo. “En tiempos de bárbaras naciones colgaban de las cruces a los ladrones, ahora en tiempo de las luces del pecho de los ladrones cuelgan las cruces”.

Ni que  Jesús Alberto fuera Luciano Baietti o Kouichi Cruz, universitarios auténticos y fuera de serie, con IQ envidiables.  Cuánta desfachatez la de Jesús Alberto y la de quien le entrega el diploma. Jesús Alberto al igual que su jefe, es un corrupto experimentado que no cesa de pasearse y pavonearse en la camioneta de la universidad ocupándola para asuntos personales suyos y privadísimos y no oficiales, para complacer a  su amante el jefe deshonesto, dándole al vehículo un uso muy distinto al concebido para la Alma Mater al momento de auto dotarse de flota vehicular. Cometiendo en efecto el delito de peculado.  

Jesús Alberto tiene tantas tareas asignadas en la universidad que es física e intelectualmente imposible que pueda cursar estudios en ninguna carrera y menos de cuarto nivel sin hacer fraude académico. Jesús Alberto no tiene ni tiempo, ni espacio ni talento honesto para erguirse como un ganador universitario.  Es que no tiene tiempo para estudiar, ningún tiempo, nada de tiempo y de pronto de la manga saca y se yergue blandiendo otro título universitario sacándolo de una caja de detergente o de un sombrero como por arte de magia, que es el arte de la corrupción que en contubernio mantiene con su Jefe.  La apretada agenda de este funcionario no le permite de ninguna manera echar el cuento de que estudió ni que cumplió todo el proceso el que es menester asumir para poder graduarse  y  obtener un título universitario.  Eso no existe, Jesús Alberto, tú no estudiaste. Es falso de toda falsedad que Jesús Alberto haya apartado rendijas de tiempo, en su sobresaturada agenda laboral, ni que haya programado  estrategias que no sean fraudulentas y corruptas para dedicarse al estudio, sino que cual delincuente académico se aprestó a robarle con la participación de su Jefe uno o varios títulos a la ya desacreditada universidad en la que están enconchados.  

Vemos a Jesús Alberto recibiendo el título universitario de manos de su novio, pareja  o amante, – cualquiera de los tres-. La sonrisa de ambos es un obsequio a la estafa. Es la complicidad mutua de estos dos personajes en la que pisotean el significado de lo que debe ser una casa de estudios superiores. Es que el novio de Jesús Alberto es una autoridad universitaria sin honra, que le obsequió un título de cuarto nivel, sin que “tico” tuviera que estudiar, para evitarle a su morenito el sacrificio de pensar y de poner a funcionar las neuronas útiles para lo decente porque le son escasas para esos fines. Y que conste que aquí no se hacen censuras ni críticas a la bisexualidad de ambos, eso es asunto de ellos. Lo que aquí censuramos es el oprobio, la estafa, la criminalidad que se le hace a la Alma Mater y de la delincuencia institucional  instalada. De sacar a la sociedad universitarios de mentira, universitarios fraudulentos, universitarios estafa.

En el grupo de grado de Jesús Alberto, hay unos ¡funcionarios universitarios falsamente genios!, con   títulos, diplomas  y cursos paralelos, con endémicos 20 puntos en todos ellos forjados.  Cuanta mentira y vulgaridad y me refiero a Jesús Alberto y al combo  diseñado por  su Jefe el sátrapa que lo auspicia, permite y los entrega, porque ni siquiera él los otorga porque quien los otorga es  la Alma Mater. Pero el negro y su morenito se disfrazan de académicos y entre risotadas y festejos, rubrican la deshonestidad y el robo universitario. Citamos de Murray Newton Rothbard «La falsificación genera un problema sólo si tiene éxito, es decir, siempre que la falsificación esté tan bien diseñada que no se descubra».

 Les daré el siguiente dato. Jesús Alberto, es un funcionario atiborrado de todas las tareas que implica e involucra su trabajo diario. Una labor realmente exigente la suya, por toda la complejidad – de la corruptela – que maneja intramuros y  porque por su naturaleza es imposible descuidarla, pues exige tiempo, dedicación y siempre sale una novedad que atender. Por lo que la evidencia empírica nos demuestra que Jesús Alberto está recibiendo un título ficticio, para el que no estudió y cuyo historial educativo figura desde luego forjado en los índices de la universidad. Sí claro, todo aparece como si Jesús Alberto hubiera estudiado y cursado materias y asistido a clases, con todo el papeleo administrativo y docente completo a satisfacción de la Alma Mater para asegurar el grado,  figurando  el cabal pero falaz cumplimento imaginario y ficticio del expediente académico acreditado como cumplido, en los libros, en las actas y en las oficinas de control de estudios y cualquiera otra en la que deben reposar el llenado de tales requisitos. Pero todo ha sido forjado, colocado allí ilícitamente por su jefe corrupto y sus cómplices.  

Al menos que sea en el fantástico multiverso de Marvel. Resulta que este funcionario “Jesús Alberto”, por obra de su Jefe el artífice de los trucos está robándole a la universidad un título.  Ambos, Jesús Alberto y su Jefe son “inescrupulosos ladrones académicos”. Es imposible que Jesús Alberto haya podido estudiar, mientras está en el ejercicio de sus labores, en esas mismas fechas y en esos mismos horarios idénticos, pero paralelos,  donde está presuntamente ocupado trabajando;  y de pronto aparece graduado dentro de la misma universidad en su sitio de trabajo donde es jefe; con unas calificaciones endémicas de veinte puntos que por cuya genialidad avergonzaría al mismo Albert Einstein.

Y así Jesús Alberto y otros, se gradúan simultáneamente de Doctor, Magister, Licenciado, Técnicos Superiores,  diplomados y cuanto curso brinda su centro de trabajo.  Barajee usted las posibilidades múltiples entre las titulaciones y cursos que ofrece esa Alma Mater y las combinaciones posibles en la que un funcionario corrupto como Jesús Alberto se hace de diversidad de credenciales académicas todas con iguales o paralelas fechas, o fechas imbricadas que humillarían al mismo genio de la relatividad.  

 Ni que se tratara de Jesús Rodríguez Cao, el niño superdotado. Estos funcionarios como Jesús Alberto, nos hacen imaginar a ”unos monstruos de la inteligencia“  que poseen tanta masa encefálica pensante, y de grandes cerebros que su existencia avergüenza por ejemplo al  físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico Stephen Hawkings.  Con “esas epidemias de veinte puntos” para obtener esos dudosos  diplomas y con la capacidad de “bilocación” o la presencia simultánea en iguales momentos en distintas tareas. Y de los récords académicos o puntuaciones que nos dejan “boquiabiertos, anonadados, alucinados”. O en todo caso con calificaciones no menores de dieciocho puntos, porque su jactancia y prepotencia los hace romper el saco, ya que hay que apantallar blandiendo títulos y diplomas mal habidos, pues son jefes y aprovechan el momento y el cargo para el latrocinio y la consumación de los actos antiéticos. La oportunidad no la deja pasar el ladrón académico, que mastica y traga; pero tampoco Jesús Alberto  su novio, pareja  o amante, cualquiera de los tres.  

En el mundo académico, universitario y científico es un relevante espectáculo, el hallazgo   de personas esforzadas pero que solo se dedican a estudiar,  que no hacen otra actividad sino la de formarse e ilustrarse  y con un IQ – cociente intelectual – ,  similar o superior al de Albert Einstein o al de Shakira y que han cursado hasta tres carreras simultáneas, incluso en distintas universidades. Pero que no es el caso de Jesús Alberto quien es un fraude al igual que su jefe el que además se aprovecha de sus momentos circunstanciales para  negociar los pergaminos universitarios ý vemos esos deplorables actos en los que quienes compran los títulos, se ufanan llenos de gorgoreo indecente alzados con diplomas que si bien los otorga la universidad; sus acreedores ilícitos nunca, pero nunca , estudiaron ni cumplieron ninguna actividad propia de un estudiante para poder vociferar que ahora son titulados universitarios. Vaya pantomima la de Jesús Alberto  recibiendo el diploma y la de su novio, – pareja  o amante, cualquiera de los tres,  entregándoselo.

Hay genios, gente con tiempo y talento para estudiar y ganarse en buena lid uno o varios títulos universitarios coetáneamente. Pero este no es el caso de Jesús Alberto y los otros amiguitos del fulano que los entrega que solo saben hacer corrupción. Para Baietti o Kouichi Cruz,  y otros genios universitarios por su IQ y por su dedicación exclusiva de estudiar, sus titulaciones no son cuestionables, en la aldea global. Ya que han cursado y obtenido sus títulos académicos a la vista de todo el mundo y no furtiva y engañosamente con la complicidad de corruptos que jurarían sus asistencias a clases y sus altas calificaciones, a través de documentos forjados o de dudosa pulcritud. 

 Pero Luciano Baietti o Kouichi Cruz, son solo excepciones de gente brillante académicamente.  Se trata de genios, de gente superdotada, con unos cerebros brillantes para la ciencia y la academia. Se trata de verdaderos científicos que incluso con sus estudios aportan para beneficio de la humanidad.  No es la generalidad, por lo que esto no puede verse como una regla y mucho menos dentro de un grupo de funcionarios de una universidad del tercer mundo, donde  Jesús Alberto y su novio, pareja o amante, – cualquiera de los tres- ; son jefes y donde aparecen simultáneamente como graduados con distintos pergaminos académicos con estudios apócrifos  en las mismas horas y en las mismas fechas donde deberían estar en otro sitio o en otra clase o haciendo sus labores como empleados de la universidad.

Aun teniendo el IQ de Einstein o el poder de bilocación propio de los santos,  es alarmante que en una oficina donde debe reinar la moralidad, la ética y la honestidad, además de la trasparencia académica; por la confianza que se les ha dado en esos cargos por creerlos íntegros;  estos repudiables fenómenos delictuales se rían y se burlen de todos, andando campantes mancillando el nombre de  su Alma Mater y llenándose de miles de dólares porque ese esos títulos y diplomas también son  de venta clandestina e ilegal en el mercado  negro. Y quienes los obtienen así dolosamente los blanden con orgullo como si los hubieran cursado y los hubieran evaluado.  Aunque en el caso del título universitario de cuarto nivel de  Jesús Alberto, fue su novio, pareja  o amante, – cualquiera de los tres- ,  el negro quien se lo regaló.

   La bilocación de Jesús Alberto y de su novio, pareja  o amante, cualquiera de los tres. Es que quien le entrega el título a Jesús Alberto, acostumbra a pagarse y a darse el vuelto, ya él mismo se auto otorgó en una ocasión fraudulentamente títulos de cuarto nivel. ¡Se habrá visto! Dicho de otro modo, mientras aparecen ficticiamente como asistentes en una clase, en ese mismo horario y en ese mismo instante de tiempo, también se hacen aparecer falazmente que están presentes en otro curso, o en otra carrera que ofrece la universidad y como por arte de magia negra.  Funcionarios como estos han de ser unos genios ocultos que habitan en esta casa de estudios superiores y que por razones inexplicables no se les ofrece a la NASA para proveer de adelantos científicos y tecnológicos a la humanidad.

Un rector deshonesto. Cuánta desfachatez, sorna y bellaquería la de Jesús Alberto y los otros que no estudiaron pero que están recibiendo los muy sinvergüenzas, un timo de título universitario que es precisamente eso, una estafa. Solo falta voluntad, decisión y ponerle los ganchos a todos los involucrados. Tan fácil que es descubrir una a una las aristas de la criminalidad interna de una universidad, con múltiples fórmulas cuando hay voluntad para adecentar el Alma Mater.  Pero  aquí no, porque hasta “el rector es, el líder de esta corrupción”.

“Los hombres son naturalmente propensos a creer virtuosos a sus semejantes; esto es precisamente lo que da tanta ventaja a los impostores y a los estafadores.”

Ferdinando Galian.

crisantogleon@gmail.com

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