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Dr. Crisanto Gregorio León

«Hay puñales en las sonrisas de los hombres;

cuanto más cercanos son, más sangrientos».

  • William Shakespeare.

              Como dos gatas salvajes, las Catarinas Ananás y Jeanett Carla conocida como la González o la Juanita, así la llaman en las fiestas de desenfreno. Protagonizaron en la institución un pugilato reclamándose mutuamente el amor del coronel psicópata. Una tele culebra, o las páginas rosas se quedaron pendejas ante el denigrante espectáculo que estas dos brindaron a un público tan corrupto como ellas, pero cuyo escándalo trascendió extramuros. Donde las doctoras se infligieron arañazos mientras se gritaban vulgaridades nunca antes escuchadas sino en las orgías del cují, a la que acude además la Martínez.

Apuntan los informantes, cuando ambas mantenían sus amoríos en las que pasaban horas de contemplación mutua de labio mordido y los suspiros llegaban hasta el piso solitario , pero  todos sabían que salían del piso arcoíris.  Cuando el coronel ordenaba a su poli chofer  Joselito que en su vehículo fuera a buscar a su casa de habitación a la doctora Ananás, ella se sentía la preferida y se entregaba en adulaciones y lisonjas mientras permeaba la moral, la  ética y las leyes para favorecer los caprichos criminales del coronel psicópata; se dejaba entonces también permear por la corrupción y era protagonista de la corrupción; pero esta fue su última cola o el final de los aventones. Ya no volverá a recogerla en el cují.

En la mesa oval, el día de los acontecimientos, el coronel estaba en su  modo psicópata, es decir, estaba tal cual es, allí no se esmeró por ocultar sus trastornos de personalidad, su jactancia y pedantería lo dominan, como igual lo domina su lado animal, su licantropía. Como de ordinario estaba funcionando su lado atávico a su máxima expresión, en su figura de macho depredador porque Isabel le exigió venganza en contra de Ananás, al sentirse poco exaltada por esta Catarina a quien le hicieron capture de sus whatsapp en su celular donde se era peyorativo y poco jalabolas  con la barragana etílica y entonces ella al igual que con otros funcionarios le pide al psicópata la cabeza de quien identifica y cree su ofensor. Así funciona la mente de Elizabeth, quien al igual que Salomé pidió la cabeza del Bautista. Así muchas hetairas llevan en sus almas innumerables cuentas que dar al momento del juicio final, ante el tribunal de Dios. Aunque en este caso Ananás es culpable, muchos inocentes han sufrido en carne propia las venganzas de Elizabeth, cuando le exige al psicópata el despido o la remoción de algún funcionario solo porque a ella le viene en gana o al sentirse descubierta o amenazada, o simplemente por sus caprichos porque ha perdido alguna pelea psicológica.  En todo caso olvidó Ananás que un vello pubiano de Elizabeth jala más que una yunta de bueyes.

Ese día en la mesa oval, el coronel psicópata con un discurso que le cayó como balde de agua fría a Ananás, y el homologado  siempre hace estas cosas pues es su modo de operar, su conducta predecible, no avisar a su víctima que la ha destruido, sino que la presa queda impactada, desorientada, desarmada, incrédula, estupefacta, como todo depredador actúa bajo el factor sorpresa; algo como aplicar a sus monos voladores y a los empleados o clientes internos  y a los usuarios o clientes externos el arte de la guerra de Sun Tzu; pues este sargento de tropa homologado a coronel no tiene empachos en ejecutar esas artes a la población civil , toda vez que regenta un ente civil. Por lo que se pudo entender que el coronel psicópata  estaba defendiendo a su mujer. Culpable, inocente, justa o injusta, el psicópata estaba saliendo al paso en beneficio de su suplemento narcisista, de su Isabel. De Isabel o Elizabeth, quien conoce tanto de los negocios sucios, corruptos, ilegales y criminales del psicópata, porque es coautora de todos, al punto que esta barragana de turno lo tiene en sus manos. Que cuando ella decida dejarlo o salgan de pleito tampoco tendrá remordimientos en destruirlo. Sin querer justificar a Isabel, ella viene de la pobreza y no ha tenido complicaciones morales en aceptar toda la corrupción que el coronel psicópata ha puesto a su disposición, toda vez que ahora se comporta como una nueva rica que explota a un viejo bisexual que la ha sacado del hoyo de la miseria pero la ha metido en el hoyo de la criminalidad.

Para quienes obedecen a ciegas al coronel psicópata es obligatorio sacudirlos. Cito un pasaje del libro “El arte de mandar”, del capitán André Gavet: “Nunca encuentra la humanidad más ocasiones de manifestarse como en la guerra, hasta tal punto que constituye ella uno de los elementos del honor militar. Los actos inhumanos cometidos fuera del campo mismo del combate han sido considerados siempre como deshonrosos”.

Con la patada por el culo que le dieron a Ananás, patada que se merece; ahora Elizabeth manejará ambas columnas vertebrales de la corrupción en la institución, no solo la oficina de control de extorsiones, sino que controlará las notas musicales y aunque para impactar psicológicamente a Ananás asume sus funciones y coordinará sendos despachos así no sepa ni apio porque sufre del sesgo cognitivo Dunning-Kruger ;  lo que sí sabemos es que es tremenda corrupta , guiada y enseñada por el maestro  de la trampa el coronel psicópata. Ambos despachos estarán bajo la administración de esta Mata Hari, porque en el otro solo figura o figurará un títere del que entre ella y el psicópata voltearán como a un calcetín. Los cordeles o los hilos del nuevo gerente en la oficina de control de extorsiones  serán corruptamente movidos por esta pareja de psicópatas, el coronel  e Isabel. Quien asume los destinos de la otra oficina es solo un monigote.  Entre más masa, más mazamorra dice esta pareja de psicópatas corruptos. Ahora no se escapará ni un dólar, de los que compartía el psicópata con Ananás.  “Yo soy el coronel psicópata dice el doctor fraude y los dólares de la corrupción en la institución, son solo míos, míos, míos,  pero por ahora le daré algunas ganancias a Isabel”.

Aquel día Ananás se desplomó espiritualmente, le partieron el alma, además experimentó una fuga intestinal, pero ya sabemos que adolece de prolapso rectal debido a las orgías que protagoniza con la Martínez, la González y el otro Willie Mays allá en el cují. Pues bien, el coronel psicópata le habló sin la melosidad con que lo llamaba generalmente  para que le hiciera el corte de cabello, pues además Ananás fungía como su estilista. Delante de todos en la mesa oval el coronel psicópata degradó a Ananás, literalmente le arrancó las charreteras, y la conminó a entregar su cargo a la ofendida Isabel. Ananás no digería lo que estaba ocurriendo y su rostro se ruborizó de vergüenza, quedó absorto, embobado, experimentando lo que en psicología llamamos inmovilidad tónica. Porque se quedó paralizada en una situación traumática. Los expertos  describen la inamovilidad tónica  como un estado temporal de inmovilidad motora en respuesta a una situación de miedo extremo y tanto psicólogos como psiquiatras creen que se da con frecuencia en casos de violación y de otros eventos traumáticos, como maltratos, atracos, agresiones o accidentes graves. En tal evento indeseable y no previsto, Ananás luego de 10 minutos paralizada en la silla, al levantarse se va a su oficina donde la Juanita lo espera y se entraron a piña, porque al pasar su película Ananás se percata que la González o  Jeanett Carla , la Juanita pues la había traicionado. Que había perdido el amor y la protección del coronel psicópata y que todos los negocios ilícitos y toda la ganancia que obtiene de la corrupción se estaban yendo por los desangraderos de la traición. Algo muy superior a la protección y a la alcahuetería del psicópata se estaba perdiendo. Se perdieron las ganancias de las nuevas coimas y ahora sin ostentar poder tiene que enfrentar los compromisos por los que ya había recibido ingentes cantidades de dólares y que tendrá que devolver. Al menos que el psicópata los asuma como pérdida y para callar escándalos mayores decida honrar esos deshonrosos compromisos.

Por ser contradictorio, entre criminales no hay honor, y mal puede haber agradecimiento y lealtad cuando los dólares son tantos que la Juanita González prefirió pactar con el coronel psicópata y pisotear a Ananás a quien debe su incorporación en la institución. Pero es así, el dinero no es amigo de nadie. Terminarán destruyéndose para controlar el negocio de la corrupción y toda la criminalidad intramuros y extramuros; y entre traiciones, dinero, sexo y drogas la institución cada vez causa mayor repulsión. Mientras esté gerenciada por este anti líder el coronel fraude, o el sargento psicópata, la empresa seguirá siendo un Calderón, un hervidero de corrupción. “Cuanta desgracia ha tenido esta institución que en su camino se haya cruzado el coronel psicópata”.

Pues sí, se cayeron a Piña las mariquitas, en holocausto al coronel psicópata, y permitirle seguir explotando en criminalidad y corrupción esa franquicia. Y para perjuicio mayor de la sociedad, el felón militar tiene el aval de cinco para las doce allá en el distrito.  Y así se expresa el coronel psicópata: “la corrupción debe continuar Isabel”.

A Juanita le dedicamos una frase de Facundo Cabral “traicionar a un amigo es un acto tan inmoral, que la persona que comete tal fechoría debería no levantar la vista del suelo jamás”. Mal podría el coronel psicópata confiar en traidores, porque si traicionaste a tu amigo de tantos años, que puede esperar el coronel de ti. Sabemos de la culpabilidad de Ananás y de su autoría en los crímenes que pululan en la institución, pero la entrega debió venir de otras manos y no de las tuyas. Porque si bien Ananás es un corrupto, a ti te quedó muy feo lo que hiciste. 

«Nos reímos del honor y luego nos sorprendemos de encontrar traidores entre nosotros»

Clive Lewis

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