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Manuel Hernández

Cada persona viene con una particular culturización influyente de su personalidad, reflujo de su entorno primario que modeló y sembró en él esa cultura particular de la que extrae y que crea la suya personal, que forma su comportamiento y también sus acciones y emociones.

En ese Etos, esa sociedad de culturas y caracteres disímiles, adaptándose social y políticamente a su entorno, trae ciertas divergencias, normales en un proceso de adaptación pero al mismo tiempo logra resaltar la subsistencia entre ellas, como la savia de las mismas, sin la cual esa diversidad cultural, ese intercambio consecuente impediría su desarrollo, equilibrio y armonía, negando su análisis y estudio.

Ahora, analizando la manera y la percepción política que tienen algunos individuos metidos a la política, vemos un total y odioso indiferentismo por el tema social, por la gente. El discurso es otra cosa, que utilizan para el engaño, para sustentar una imagen cuidada que oculta intereses que osmóticamente subyacen en el discurso y la imagen.

Muchos tratando de buscar o de dar soluciones a sus comprensiones y explicaciones científicas en el plano social y político para apoyar sus postulados, carecen de un fundamento del mundo vital cotidiano, y les resulta un acto fallido, porque todas sus explicaciones y comprensiones adolecen de vida, de sensibilidad. Pero es que la misma esencialidad (humana) los invita o más bien los consume y los arrastra a explicar que sus planteamientos sistemáticos y coherentes tienen como principio fundante una racionalidad sazonada con el sueño, el mito, el asombro, el deseo de descubrir y de hacer de sus utopías científicas o no, algo realizable y plausible, pero debe haber en el individuo esa sensibilidad yuxptapuesta a la vida cotidiana del sujeto, por eso fracasan muchos, por su particular culturización que los coacciona intempestivamente, y no es tan dados de forma natural a la verdadera política, es decir, a la orgánica y social.

Porque esa mirada ecológica y ese trato epistemológico es vital, necesario, para sacarle el jugo a los planes y proyectos sociopolíticos. El escenario político es amplío y confluyen en él muchas cosas, pero allí existen elementos que juegan a los piratas y corsarios y, olvidan que la política no es un pillaje. Es Revolución. Pero en ese variopinto de culturizaciones, enfoques y percepciones respecto a lo que es hacer política social, un bloque sigue cantando aquello de «y volver, volver, volveeeer » y se olvidaron de lo demás y en Delirius Tremens, la mayoría, rematan » yo sé perder, yo sé perder».

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