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Los seres humanos tenemos un destino inexorable: estamos obligados a convivir.
Convivir es admirable.
Convivir comporta mucho más que llenar de personas un espacio territorial; o asentar una considerable porción de gente en un lugar determinado para que busquen manera de satisfacer sus necesidades existenciales.

En Tucupita, a propósito de su fecha aniversaria y para el resto de los tiempos subsiguientes, estamos obligados a convivir y compartir.

Compartir espacios vitales, motivaciones, valores, sensibilidades, conocimientos, normas.

Si no compartimos, no podemos convivir.

Pueden transcurrir otros (172) años más de nuestra ciudad, y nos encontrará distantes y lejanos; porque hemos involucionado colectivamente.

Si no convivimos y no compartimos no habríamos avanzado como sociedad.

Prestemos atención al siguiente aserto: la edad de piedra no se acabó porque se terminaran las piedras; sino porque los seres humanos sintieron, entonces, el impulso arrollador por la creatividad y por el progreso.

Han transcurrido (172) años desde que aquellos intrépidos hombres se atrevieron a asentarse en esa histórica encrucijada de ríos.

Reflexionemos: qué hemos hecho y qué hemos dejado de hacer por nuestra ciudad, y por extensión por el Delta del Orinoco.

Añadimos algo más para que profundicemos en nuestros pensamientos; en esta hora que nos regocija como tucupitenses, a pesar de las adversidades; estamos obligados a arreglar nuestros problemas con la inteligencia y el talento de los deltanos.

No esperemos fórmulas maravillosas ni soluciones extravagantes que no han resultado en ninguna parte.

A ciento setenta y dos años de la Fundación de nuestra ciudad, estamos en el preciso momento de manifestar la necesaria estrecha solidaridad entre los tucupitenses para alcanzar los espacios dignos que nos merecemos por honor, justicia y esfuerzo de nuestra gente.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
Tucupita, 31 de Julio del 2020( Fotografías: Oscar Cedeño)

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