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Tucupita.- Reconocido por sus grandes aportes en las enseñanzas del deporte, un gran formador, un orientador de un ímpetu integrador que se ha ganado su espacio en la historia del futbol salón.

Ese es Oscar Calderón, el merideño que encontró el mejor premio de su vida en una tierra imperiosa de muchas oportunidades; región de gente amable y bondadosa como se relaciona a los moradores del Delta Amacuro.

Este admirable entrenador goza de una personalidad dotada de buenas costumbres, aunada a cualidades de alta moral y de respecto, que lo catalogan por su carisma y su caballerosidad.

Su trayectoria se ha fundamentado en el aprendizaje de una disciplina deportiva que la lleva por las venas. Algunos lo refieren como la escuela del futbolito en la capital deltana.

Dentro de sus méritos profesionales fue el primero que formó a Ely “Chiche” Valderrey, a Carlos Polo, y al mismo Chino Andalcia, ese niño talentoso que brilla en las inferiores del Monagas.

En entrevista para los grandes del deporte deltano, Calderón habló de su experiencia y sus años de vida en el mundo del futbol salón.

¿Cómo llegas a incursionar en el fútbol salón deltano?

Muchas gracias por la entrevista, el futbol salón para nosotros comenzó un mes de marzo cuando me vine de Mérida a trabajar a la Escuela Militar en Isla de Guara. Recuerdo, que hicimos un cuadrangular en el aniversario y a raíz de ese torneo donde participaron tres equipos de Tucupita, conformamos una junta directiva llamada Comité 19 de Abril, y desde ese entonces hasta la fecha hemos desarrollado la práctica de este deporte en el Delta.

¿Qué te inspiró a la formación de niños en este deporte?

Desde los 17 años fui el delegado del club Humboldt en la ciudad de Mérida, en las categorías menores de fútbol campo. Luego de allí siempre me ha llamado la atención el trabajo de formación de niños.

Es más, tuve un tiempo en San Cristóbal con la Liga de Criollitos en el área de béisbol; que no era lo mío, pero para ese tiempo se me presentó la oportunidad.

Al llegar a Tucupita llegué a una urbanización que no tenía club en ningún tipo de deporte. y comencé con los niños del sector y en el año 1988 creamos la escuela fundándola con el nombre de Rómulo Gallegos, manteniendo los colores tradicionales amarillo y azul.

¿Cuál es la ética que debe tener un entrenador de categorías menores?

Creo que lo principal es tener paciencia y dedicación porque como bien se sabe se trabaja con niños. El proceso de adaptación dependiendo la edad también es importante al momento de que se esté haciendo la formación. 

Otro punto la responsabilidad de trazar las estrategias y la táctica tanto deportivas como formativas en los futuros atletas que tendrán el alto honor de representar a nuestra patria.

¿Cuéntanos de esos logros personales como entrenador?

Yo inicié formando niños y gracias a ese arduo trabajo he sido tomado en cuenta como seleccionador del Delta en varios campeonatos nacionales.

Dentro de mis primeros logros, el 3er lugar obtenido en un nacional femenino, que se disputó en Táchira; ahora podemos darnos el lujo de decir que somos una gran potencia por la cantidad de títulos que hemos alcanzado como Estado.

Para mí el mejor nacional de fútbol salón fue aquel celebrado en Tucupita donde vieron acción 21 estados en la categoría juvenil.

¿Cuál ha sido el éxito para que el Delta sea en la actualidad una potencia en el fútbol salón?

Creo que la constancia ha sido la numero uno, porque somos unas de las entidades que mantienen la formación de esta disciplina deportiva, tradicional en todos los barrios y caseríos.

¿Por qué es el deporte preferido de las comunidades deltanas?

Gracias a Dios ha sido popular y multiplicadora, hasta en los sectores indígenas más apartados del país se juega al fútbol salón. Es la disciplina que más fácil se adapta a cualquier momento. Somos el único deporte de conjunto que ha logrado un campeonato mundial en la rama del balompié.

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