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Saludos, mis queridos coterráneos. Dios le bendiga a cada uno de ustedes. Es un inmenso placer para mí volver a estar en línea con todos ustedes.

¡Vamos con lo de rigor!

Los gobernantes, ciertos políticos, dicen: Primero yo. Segundo yo. Tercero yo. Ese yo, arruina el sistema revolucionario. El yo, lleva a cenizas cualquier fórmula o estrategias políticas y económicas, por muy buenas que sean, es un crimen el ignorar ese aspecto, más bien es vital estudiar ese egocentrismo, si queremos realmente la transformación social de nuestro país.

El asunto del yo, es un asunto de la psicología, y su estudio da origen a la ética revolucionaria. La sociedad es la expansión del hombre, de la persona, y lo que es el hombre, la persona, es la sociedad, es el cosmos, el universo, el mundo.

Es inadmisible, improbable, la transformación social de Venezuela, si la persona, el hombre, no se transforma.  Si no se lucha por la evaporación, por la muerte del yo, no podrá haber transformación del hombre, de la persona. Cualquier proyecto puede tener como base cierto aspecto moral, pero es necesario que tengamos nuestra personal ética revolucionaria, enrumbada a eliminar, a acabar con él yo, y cuando digo revolucionaria, quiero referirme a la acción de esa palabra.

El yo, y  las inflaciones, el yo, y las deflaciones de la moneda, el yo, y el sindicato, el yo, y todos los problemas relacionados con el capital y el trabajo, etc. conforman un conglomerado, que de ninguna manera debemos dividir. Es improbable lograr la transformación social sin una ética verdaderamente revolucionaria.

Si estudiamos los problemas económicos, y sociales, no debemos apartarnos de la ética. Lo económico, lo político, y lo social, pueden ser transformados a través de fórmulas revolucionarias, teniendo como soporte, la ética. Las personas, erróneamente crean una especie de separación, entre lo espiritual, y lo económico.

Es un error catastrófico, porque en la vida está todo integrado,  y debemos tomarnos la molestia de entender y estudiarlo, sin dejarnos llevar por lo que dicen algunos sectores religiosos. Resulta una absurdidad, buscar la transformación social ignorando la verdad. Esa sustancia de lo verdadero nos transforma totalmente.

No importa el nombre que demos a eso que transmuta, que modifica, que transforma, lo esencial es que el hombre, la persona, se transforme. La sociedad es la expansión del hombre, de la persona, y si el hombre, la persona, se transforma, la sociedad, obviamente se transformará totalmente.

No existe discrepancia entre la psicología, la ética y la política. Este trío o triada,  constituye un todo que es vital estudiar profundamente,  si queremos la transformación social.

Yo digo, todo esto, y estamos como en un campo de batalla, como un guerrero de acero, para desenmascarar a los traidores, y desconcertar a los tiranos, ante el veredicto solemne de la conciencia tribal, la conciencia pública.

MANUEL HERNÁNDEZ

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