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JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE
Con la vanguardia en su horizonte literario.

Ismari Marcano Dicurú

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Poeta, profesor de varias materias, traductor y diplomático. Nació un día como hoy, 09 de junio de 1890, en Cumaná, estado Sucre, Venezuela. Hijo de Jerónimo Ramos Martínez y de Rita Sucre Mora (sobrina del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre). Tuvo cinco hermanos, a saber: Trinidad, Carmen, Miguel, Luís y Lorenzo.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Fue un escritor, perteneciente a la Generación del 18 que rechazó el criollismo dominante en la literatura venezolana. Su obra se caracteriza por el uso del simbolismo, lo fantástico y esotérico.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Aprende sus primeras letras en Cumaná. En 1900 viaja a Carúpano para ser educado por su padrino y tío paterno, el historiador y letrado, presbítero José Antonio Ramos Martínez.

En 1902 falleció su padre y en 1903, después de la muerte del tío, regresó a su hogar en Cumaná. En 1904 ingresa al Colegio Nacional de Cumaná, de donde se graduó como Bachiller en Filosofía. Aparte de sus asignaturas regulares, emprende el estudio del francés, inglés, italiano, alemán y se convierte en ayudante del rector José Silverio González, en las clases de latín.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Culminado el bachillerato, se traslada a Caracas e inicia, en la Universidad Central de Venezuela, estudios de Derecho y Literatura. Al ser cerrada la universidad por el gobierno del General Juan Vicente Gómez, se ve obligado a continuar los estudios por su cuenta.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. En este período de su vida pública, los diarios y revistas de la capital: El Tiempo, El Nuevo Diario, El Universal y otros medios impresos, reciben sus colaboraciones literarias. A partir de 1920 trabaja como asistente al traductor e intérprete del Ministerio de Relaciones Exteriores. En la Cancillería permanece hasta finales de 1929.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Más allá de cualquier otra valoración estética, hay que decir que Ramos Sucre, no escribió prosa, sino poemas en prosa. Lo que no es lo mismo. Es verdad que sus textos admiten muchas variantes, que no todos son homogéneos en su estructura o en su concepción. Pero ¿No es lo mismo que se advierte en un libro como Le Spleen de Paris, de Baudelaire, que justamente ha sido considerado como modelo del poema en prosa. También es verdad que algunos de esos textos, especialmente entre los primeros que escribió Ramos Sucre, se aproximan más al ensayo, la crónica, la reseña, y aun, al discurso. Pero del mismo modo encierran una poética y una visión del mundo.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Hay todavía signos más visibles, más reveladores en sus textos discursivos o conceptuales, Ramos Sucre, se apoya sobre todo en trazos relampagueantes de lenguaje (lo que cuenta no son sus ideas, sino el poder de una imaginación que logra iluminar antes que explicar). Imaginación que expone, no propone. Imaginación verbal: modular todo según un ritmo, una imagen, un símbolo.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Su obra combina el poema en prosa, la reflexión, el ensayo breve y la narración. Lo inclasificable de sus textos, que provienen del modernismo y lo exceden, pero sin afiliarse a ninguna vanguardia determinada, lo hizo alejarse del público contemporáneo, salvo de alguna revista avanzada.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Considerar su Obra, como simplemente prosista, nos sitúa ante uno de los tantos equívocos de que ha sido objeto sus escritos y no es de los mayores. Hay otros, tal vez más sorprendentes. En su propia época sufrió el peor de todos: ni se la rechazó completamente, ni se la reconoció en su justo valor. La reticencia apenas disimulada y el elogio con frecuencia externo se combinaron para de algún modo mantenerla en una suerte de limbo estético: una obra rara, pero sin mayor trascendencia. Se la calificó, alternativa o simultáneamente, de romántica, pamasiana, simbolista, casi como si se tratara tan sólo de la Obra de un esmerado, tardío epígono; otro modo de soslayar su radical singularidad. En efecto, ¿cómo podría pasar inadvertido el que esa obra fuese el resultado de un trabajo continuo sobre el lenguaje; el que su rigor formal encarnara, por sí mismo, una ética y una visión del mundo?

Pasa el tiempo y llega la década del 60 y los jóvenes escritores de esos años, recuperan su obra completa que fue editada por José Ramón Medina en el año 1980.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Sus principales Obras son:
-Trizas de papel (1921)
-Sobre las huellas de Humboldt (1923)
-La torre de Timón (1925)
-El cielo de esmalte (1929) y Las formas del fuego (1929).

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Aquí les dejo muestra de sus creaciones:

EL TESORO DE LA FUENTE CEGADA
Yo vivía en un país intransitable, desolado por la venganza divina. El suelo, obra de cataclismos olvidados, se dividía en precipicios y montañas, eslabones diseminados al azar. Habían perecido los antiguos moradores, nación desalmada y cruda.
Un sol amarillo iluminaba aquel país de bosques cenicientos, de sombras hipnóticas, de ecos ilusorios.
Yo ocupaba un edificio milenario, festonado por la maleza espontánea, ejemplar de una arquitectura de cíclopes, ignaros del hierro.
La fuga de los alces huraños alarmaba las selvas sin aves.
Tú sucumbías a la memoria del mar nativo y sus alciones. Imaginabas superar con gemidos y plegarias la fatalidad de aquel destierro, y ocupabas algún intervalo de consolación musitando cantinelas borradas de tu memoria atribulada.
El temporal desordenaba tu cabellera, aumento de una figura macilenta, y su cortejo de relámpagos sobresaltaba tus ojos de violeta.

El pesar apagó tu voz, sumiéndote en un sopor inerte. Yo depuse tu cuerpo yacente en el regazo de una fuente cegada, esperando tu despertamiento después de un ciclo expiatorio.
Pude salvar entonces la frontera del país maléfico, y escapé navegando un mar extremo en un bajel desierto, orientado por una luz incólume.

EL RESFRÍO
He leído en mi niñez las memorias de una artista del violoncelo, fallecida lejos de su patria, en el sitio más frío del orbe. He visto la imagen del sepulcro en un libro de estampas. Una verja de hierro defiende el hacinamiento de piedras y la cruz bizantina. Una ráfaga atolondrada vierte la lluvia en la soledad.
La heroína reposa de un galope consecutivo, espanto del zorro vil. El caballo estuvo a punto de perecer en los lazos flexibles de un bosque, en el lodo inerte.
La artista arrojó desde su caballo al sórdido río de China un vaso de marfil, sujeto por medio de un fiador, e ingirió el principio del cólera en la linfa torpe. Allí mismo cautivó y consumió unos peces de sabor terrizo. La heroína usaba de modo preferente el marfil eximio, la materia del olifante de Roldán.
Un sol de azufre viajaba a ras del suelo en la atmósfera de un arenal lejano y un soplo agudo, mensajero de la oscuridad invisible, esparció una sombra de terror en el cauce inmenso.

EDAD DE PLATA
Yo vivía retirado en el campo desde el fenecimiento de mi juventud. Lucrecio me había aficionado al trato de la naturaleza imparcial. Yo había concebido la resolución de salir voluntariamente de la vida al notar los síntomas del tedio, al sentir las trabas y cadenas de la vejez. Yo habría perecido cerca de la fuente del río oscuro y un sollozo habría animado los sauces invariables. Mi cisne enlutado, símbolo y memoria de un eclipse, habría vuelto a su mundo salvaje.
Había dejado de visitar la ciudad vecina en donde nací. Me lastimaba la imagen continua de su decadencia y me consolaba el recuerdo de haber combatido por su soberanía.
Mis nacionales ejercitaban sentimientos afectuosos en medio de la infelicidad y me llamaron del retiro a participar en un duelo general. Rodeaban la familia de una doncella muerta en la mañana de sus bodas.
Yo asistí a las exequias y dibujé el movimiento circular de una danza en la superficie del ataúd incorruptible. Meleagro, el mismo de la Antología, escribió a mi ruego un solo verso en donde intentaba reconciliar al Destino.

PRELUDIO
Yo quisiera estar entre vacías tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras.
Entonces me habrán abandonado los recuerdos: ahora huyen y vuelven con el ritmo de infatigables olas y son lobos aullantes en la noche que cubre el desierto de nieve.
El movimiento, signo molesto de la realidad, respeta mi fantástico asilo; mas yo lo habré escalado de brazo con la muerte. Ellas es una blanca Beatriz, y, de pies sobre el creciente de la luna, visitará la mar de mis dolores. Bajo su hechizo reposaré eternamente y no lamentaré más la ofendida belleza ni el imposible amor.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Hacia fines de 1929, salió por primera vez de Venezuela  y viaja a Europa en busca de cura a los males físicos y psicológicos que lo aquejaban. Las crisis de insomnio que venía sufriendo desde varios años antes, se hacen más severas y los médicos diagnostican desórdenes nerviosos. Pasa una temporada en el sanatorio Stephanie, en la ciudad italiana de Merano. Luego, en marzo de ese año, se encarga del consulado en Ginebra. 

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. En una de sus últimas cartas, al referirse a sus dolencias, había escrito: «Solamente el miedo al suicidio me permite sufrir con toda paciencia». Por esas mismas cartas, sin embargo, sabemos que otro miedo se sobrepuso a aquél: el de perder sus facultades mentales.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario y ya desquiciado por el insomnio, intentó suicidarse el 09 de junio, día de su cumpleaños, tomando una sobredosis del medicamento Veronal, falleciendo cuatro días después, el 13 de junio de 1930, en Ginebra (Suiza).

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. El 21 de julio Cumaná recibe sus restos mortales para ser enterrados el día 25, en el Panteón de la familia Ramos Sucre, en el Cementerio de Santa Inés de Cumaná, Sucre.

Ramos Sucre, con la vanguardia en su horizonte literario. Su decisión final, pues, no fue, como ligeramente se ha dicho, un acto de extremo repudio a la vida; habría que verla, más bien, como la opción de la lucidez. ¿No era lo que ya estaba inscrito, además, en varios pasajes de su obra? Una de sus múltiples personas poéticas, que había aprendido en Lucrecio el trato con la naturaleza imparcial, lo previó así, cuando escribe: «Yo había concebido la resolución de salir voluntariamente de la vida al notar los síntomas del tedio, las trabas y cadenas de la vejez». Otra «En un sueño que es como la experiencia de la posvida, sabe intuir la llegada de la muerte a la hora misma designada en el presagio». El desespero de uno de sus poemas, luego de un previo fallido intento de suicidio, llega a decir: «He sentido el estupor y la felicidad de la muerte». Ya sea por distintos motivos, son innumerables los personajes de Ramos Sucre en los que aparece la clarividencia o la vocación tanáticas, aun a veces en un sentido sacrificial.

Publicación realizada con información obtenida de la Web

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