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ANA ENRIQUETA TERÁN
Entre versos de dolor y placer

 Ismari Marcano Dicurú  

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer. Poetisa y diplomática trujillana. Considerada una de las grandes poetas venezolana de todos los tiempos.
Nació en Valera, estado Trujillo, un 4 de mayo de 1918, un día que caía un palo de agua que la partera llegó por mero empeño. Fue hija del hacendado de caña de azúcar, Manuel Terán Labastidas y de la señora Rosa Madrid.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer. Su formación intelectual comenzó bajo la instrucción de su madre, quien la puso en contacto con los poetas clásicos españoles, por lo que se inició con versos de estricta métrica, luego pasó a la poesía libre. El poeta y político cumanés Andrés Eloy Blanco la descubrió; y el poeta español Rafael Alberti la apodó La Guaricha.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer. Según
Yolanda Pantin «… esta poeta, ejercita con maestría los sonetos, los tercetos, las odas, las endechas, las décimas, las liras, los madrigales. Luego, entra en el continente del verso libre para afirmarse en la riqueza de sus dominios”

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer.
Desde el punto de vista de las corrientes y tendencias literarias, a Terán se le ubica en la Generación de 1942. Ese grupo, según los estudiosos de la poesía venezolana del siglo XX, reaccionó contra otra corriente literaria, la del Grupo Viernes.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer. Su extensa obra, esa capacidad para pisar firme en territorios de lo clásico y lo vanguardista, ha sido objeto de incontables estudios y referencias académicas, tanto en Venezuela como fuera de ella. Es así como María de los Ángeles Pérez López, afirmó que «… se trata de un trabajo denso y estimulante que ocupa un lugar destacado en la poesía venezolana» contemporánea. Esta analista ubica a Terán en un selecto grupo que acabó definitivamente, con el rol secundario que habían tenido tradicionalmente las mujeres en las letras nacionales (tal vez, con la excepción de Teresa de la Parra).

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer.
Ejerció una breve carrera diplomática, ocupando cargos en Uruguay (1946) y Argentina (1950). Vivió en París, en los años 50. Trabajó como delegada de la Asamblea de la Comisión Interamericana de Mujeres en Buenos Aires en 1949. En el año 1952, se retira de su carrera diplomática para no apoyar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez  y se dedica a la poesía.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer.
Si entramos en sus memorias, nos daremos cuenta de las relaciones de esta insigne poeta. Su realidad política contempla personalidades como Juan Vicente Gómez hasta Nicolás Maduro, e incluye personajes como su primo Argimiro Gabaldón, Jóvito Villalba, Gustavo Machado, Marcos Pérez Jiménez, los presidentes de la IV República y, por supuesto, Hugo Chávez, pues la gran poeta de Valera fue una revolucionaria a carta cabal.

En el plano literario, el desfile de notables comienza nada menos que con Andrés Eloy Blanco, el poeta español Rafael Alberlos y los poetas venezolanos Juan Liscano, Víctor Valera Mora y Ramón Palomares.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer.
En la biografía de esta poeta no podía faltar la historia de amor y el coprotagonista fue el ingeniero José María Beotegui, a quien flechó el mismo día que se conocieron, en 1954, en un acto en el Ateneo de Valencia, cuando presentaban el primer número de la revista literaria Cuadernos del Cabriales. La pareja se casó al año siguiente y la unión se prolongó por más de 55 años, hasta que Beotegui falleció, en 2011. Tuvieron dos hijos, un varón que murió pocos días después de nacer y Rosa Francisca Beotegui Terán, continuadora de la saga de la madre, poeta, aunque de profesión arquitecta.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer.
Ya con más de 70 años de edad y una excelente trayectoria poética, fue galardonada en 1989-90 con el Premio Nacional de Literatura. Un premio que merecía desde mucho tiempo antes. De cualquier manera, el reconocimiento tuvo el respaldo de todos, igual que cuando, ese mismo año, la Universidad de Carabobo le otorgó el Doctorado Honoris causa. En 2007, el IV Festival Mundial de Poesía tuvo su obra como foco. Para completar la lista de justos honores, el principal teatro de Valera lleva su nombre y la casa donde nació y vivió sus años mozos, en Jajó, adoptó el título de uno de sus poemarios: Casa de Hablas, y está siendo transformada en un centro cultural.

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer. Su obra poética está conformada por las siguientes publicaciones:
Al norte de la sangre (1946), Presencia terrena (1949), Verdor secreto (1949),
De bosque a bosque (1970),
El libro de los oficios (1975), Libro de Jajó (1980-1987), Música con pie de salmo (1985),
Casa de hablas (1991), Alabatros (1992),
Antología poética (2005), Construcciones sobre basamentos de niebla (2006) Piedra de habla (2014).

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer. Aquí una selección de sus poemas:

DE AL NORTE DE LA SANGRE (1946)
XI
Yo que en la vida solo he conocido
la rosa de presencia fugitiva;
yo que busqué la eterna siempreviva
del amor y su fuego defendido.

Yo que en el cauce de lo ya vivido
puse a gemir mi carne pensativa;
yo que ignoro la causa primitiva
de mi vivir y mi naciente olvido,

alabo el soplo de la primavera,
la incierta lumbre que en secreto admira
el despojado corazón que espera.

Alabo mi vivir humilde y denso,
mi corazón de tintes indefensos,
que es más oscuro cuanto más se mira.

su delicado manto
y era verdad en ella solo el canto.

Feble el torso crecía
en insistente delgadez alada,
y la sien recibía
inquieta marejada
de pensamiento y de color nevada.

¿Oscura mía amaste
al diáfano mancebo del sollozo?
¡Desde entonces llegaste
a su cáliz umbroso
y fue para tu sangre deleitoso!

Es difícil Profunda,
dejar la orilla de tu melodía
pues tu recuerdo inunda
el armonioso día
de tus cabellos contra la alegría.

DE PRESENCIA TERRENA (1949)
INFANCIA
Apenas rosa, apenas tallo leve
de buen vivir, apenas mariposa
por la corriente del samán umbrosa
o por la rosa de tranquila nieve.

Jazmín en la cintura por lo breve
y en los ojos comarca silenciosa
y derramado cuervo en la espaciosa
cabellera que el hálito conmueve.

Luminosa presencia sustituida
por desatados ámbitos vitales,
ausente al verde oscuro sometida,

el frágil pecho de incipiente nieve,
el pie con su pequeña flor lejana
y la sonrisa por el aire leve.

DE TESTIMONIO (1954)
TESTIMONIO
Soy yo, soy yo quien ama, dadme paso
y no toqueis mi sangre, mis cabellos.
Nadie puede decir con este llanto
el final ardoroso de un espejo
ni las punzadas de las mariposas
ni el eco mineral de los veranos
porque soy la terrena, la transida
en tanto comenzar de árbol descalzo
que ya no puedo andar entre miradas
sin recordar mis nortes insaciados,
sin aliviar el eco de la piedra;
han dudado de mí los tiernos álamos
qué dijo el eco abierto de las playas,
el desolado gris de la ceniza;
qué dijeron las flautas, qué dijeron
los labios de la espuma cuando alzaron
mi torso vegetal, mi tierra herida.
¿Me negaron acaso los espejos?
¡Ay! cualquier arboleda me conoce
porque vengo de pulsos primigenios,
de soterradas y profundas bocas,
donde comienzan a viajar las nieblas.
Conozco el sitio de las araucarias,
el agua triste de sus direcciones,
sus veinte pisos de ángeles silvestres.
Recuerdo las señales más secretas
por este sordo pulso de bisontes.

y volver a caer en primerizas
intenciones de plantas entreabiertas.
Alguien sembró su piel inútilmente;
alguien trajo noticias minerales
y esta roca fugaz en la que existo
¿no es un poco del ángel sin salida
donde me espero gris y me levanto
con una sola muerte por testigo?
Es hora ya de castigar los bosques
de abatir los hundidos minerales
porque suspira un musgo repentino
amargo, corporal entre mis voces,
y mi cuerpo presente y sin memoria
es la nueva razón para los lirios
un cuerpo siempre llega desde lejos,
es extensión, distancia transitoria,
un agudo lebrel a borbotones
con lugares de labios sumergidos.
Sin embargo, la mar me desconoce
en este cuerpo donde me vigilo
extraña y hosca, donde me vigilo
y me añoro, me canto y compadezco.
Otra vez, otro tiempo, otra espesura.
No llegaré jamás a los manzanos
hasta no castigar la piedra amiga,
porque la estatua daña mi secreto,
sí, la estatua me hiere, me persigue,
sabe mi nombre, grita mi estatura
y me caigo en la noche y me consigo
desdoblando su mármol junto al mar
extendiendo su luna junto al mar
ya que en el mar, solo en la mar existo.

DE A BOSQUE A BOSQUE (1970)
SONETO DEL DESEO MÁS ALTO
Necesito un anillo delirante
para la oculta sombra de mi mano,
un archivo de mar para el verano
y documentos de agua suplicante.

Para mi mano un riguroso guante
de piel de tiempo y pensamiento vano
y la mesa de juego donde gano
contra la muerte mi color menguante.

Una sortija de algas con países
y lenguas diferentes, con nocturnos
bisontes y cuadernos vegetales;

para mi mano los rebaños grises,
las edades de tactos taciturnos
y el pulso de los secos minerales.

DEL LIBRO DE LOS OFICIOS  (1975)
ZAZÁRIDA
Zazárida es una ciudad frecuentada por el llanto.
Ciudad con estatura y manejos de sueño.
Ciudad como águila, un instante, amortajada en lo profundo.
Ciudad con perros agudos meando el aire y trágicas pertenencias:
la historia como sartas de coral sobre el balanceo de los viajes.
Un poco también humildad, párpados de nación muy poco amada.
Y también nuevo deleite para las grandes señoras negras,
especialmente para la vieja dama negra de mi amistad,
que pespuntea colinas con su báculo de regio araguaney,
escenificando viejos tratos, restituciones, lóbregos sucesos.
Zazárida, ciudad de habla mayor difícilmente nuestra en su oficio de FUTURO.

LA POETISA CUENTA HASTA CIEN Y SE RETIRA
La poetisa recoge hierba de entretiempo,
pan viejo, ceniza especial de cuchillo;
hierbas para el suceso y las iniciaciones.
Le gusta acaso la herencia que asumen los fuertes,
el grupo estudioso, libre de mano y cerrado de corazón.
Quién, él o ella, juramentados, destinados al futuro.
Hijos de perra clamando tan dulcemente por el verbo,
implorando cómo llegar a la santa a su lenguaje de neblina.
Anoche hubo piedras en la espalda de una nación,
carbón mucho frotado en mejillas de aldea lejana.
Pero después dieron las gracias, juntaron, desmintieron,
retiraron junio y julio para el hambre. Que hubiese hambre.
La niña buena cuenta hasta cien y se retira.
La niña mala cuenta hasta cien y se retira.
La poetisa cuenta hasta cien y se retira.

DE MÚSICA CON PIE DE SALMO (1985)
QUEJA Y NOSTALGIA DEL PROPIO CANTO
El mar respira hondo en la casa abandonada.
Nuestra infancia alma mía
como el aroma de una provincia desnuda.
Tan lunes y mi perro al relieve frente a tinajas lúgubres.
¡Oh! la solemne despedida el confuso adiós de lo que permanece.
Sin embargo echo de menos otra nave, otros mares con pestañas de música.
El mar sobre esta playa abre y cierra sus abanicos eternos.
Él hunde su constancia en los muslos taciturnos.
Descubre en las axilas de la patria algún olor de ciudad entrañable.
Deja a otros la queja múltiple: el águila ese hecho celeste
para humillación del torso desnudo.
El mar respira hondo
en la casa abandonada.
Crea sin regocijo nuevas formas de silencio para el espectro nupcial que fluye y refluye en el mármol sin belleza.
El mar y yo alma mía
desconocemos este canto
esta bandera
inobjetable en su ritmo
alabada en su inmóvil libertad que a su vez desconoce
la involuntaria reverencia del jorobado al can del prostíbulo.
Más aún: vaciado en yeso los ojos de la prostituta ciega.
Y la paralizante lucidez de esta mar de este fuego siniestro en la palma de la mano.

DE OTROS SONETOS DE TODOS MIS TIEMPOS (2014)
HACER LA CASA
Llegaron; mediciones del paisaje
fue lo primero, luego sucedía
una tierra a otra tierra labrantía
con un techo de pájaros en viaje.

Después la nube en cóncavo viraje sobre arboledas, picos, lejanías, ocasos recortados en umbrías de más allá de un rojo con bagaje

de figuras extremas: forma escasa de una vicuña vuelta poderío
en espacios de cóndor, ya disuelto

porque cae la noche y suena el río.
Hubo fogata de labiaje suelto
y se pensó en la casa. HACER LA CASA

Ana Enriqueta Terán, entre versos de dolor y placer, alguna vez declaró: “Aprendí a amar las grandes masas indígenas. Soy una poeta mestiza. Y me siento muy orgullosa de eso”.
Está trujillana de pura cepa, falleció en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, el 18 de diciembre de 2017.

Publicación elaborada con información obtenida de la Web

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