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Con el albor por llega

RAFAEL RATTIA

 Por: Ismari Marcano Dicurú

Con el albor por llegar, a continuación, les dejo una muestra de la narrativa de este extraordinario escritor deltano.

Con el albor por llegar
ESTE ES MI EQUIPAJE
He aquí todo lo que tengo para emprender Mi viaje tan anhelado, tantas veces soñado, añorado durante noches interminables de incontables cavilaciones de sueños diurnos, cuales culebras infinitas que se enrollan sobre sí mismas a lo largo de horas sin mensura.
He aquí mis breves bártulos harapientos que llevo en mi equipaje tres o cuatro libros leídos y releídos hasta el hartazgo subrayados conénfasis obsesivo con lápices desgastados.
Un jirón de una vieja y desteñida bandera incolora perforada por feroces dentelladas de perros rabiosos que nunca dieron tregua a mi persistencia insobornable de viajero insomne vapuleado por la desdicha.
He aquí mi equipaje cargado de sueños y vehemencias postergadas una y otra vez
y otra… y otra hasta la extinción de los calendarios con sus días festivos y lúgubres, qué más da.
Sabernos jubilosos cadáveres danzantes que bailan su pavana en sus danzas de la muerte anticipada.
Mi equipaje va tan liviano que pesa el Atlas del mundo con sus enseres y atavíos tras las espaldas lastimadas de los preferidos de todos los siglos y milenios, imprimiendo el sello del mal sobre la tierra.
Todo mi equipaje va conmigo en mi cabeza atolondrada y ebria de tí, pequeña mariposa de lentos y angustiados aleteos que pretenden
alcanzar vanamente las últimas orillas del mundo.

Con el albor por llegar
SUEÑO DESPIERTO
Todos los días al clarear el alba
de mis tormentos, evicciono mi rota osamenta de mi lecho de procusto y me doy a retomar mis pasos cansados, por entre las sinuosas callejas conocidas, reconocidas y siempre extrañas a mi enajenado ser atormentado, por las terribles evocaciones de pretéritas ciudadelas tumultuarias hacían de mí, habitante ingrato y apto para el destierro involuntario.
Todos los días ingrávidos de los calendarios, despierto de mis inhóspitas noches diurnas y me aviento lejos en la lejura con mi terca imaginación, a las disolutas fronteras del país de las nubes evanescentes que se dibujan y desdibujan, de acuerdo con sus caprichosas entendederas
que, a decir verdad, no son
tales.
La nubes abrileñas de mi país imaginario siempre se forman y conforman en las altas esferas de mi bóveda craneal y trazan volutas y sinuosos arabescos en el aire impuro de mi tiempo incesante y caprichosas dibujan ágiles lebreles que corren sin pausas tras sus presas: conejos y liebres asustados como yo, cuando vuelvo de las hórridas ensoñaciones en que me subsumen mis pesadillescos despertares.

Con el albor por llegar
¡CUIDADO!
Cuando vayas a cruzar la vasta noche de los gavilanes, en procura de las enjoyadas promesas incumplidas de nuestros mayores, que quedaron atascados en medio del pantano tenebroso de las incredulidades postergadas, una y otra vez.
¡Cuidado!
Mira con cautela los vastos abismos del alba, que tarda milenios en asomarse a las puertas herméticas de la clausurada percepción del rebaño, escarnecido por las hordas redentoras de las oscuras horas de la mala hora.
¡Cuidado!
En verdad esto os digo, por vuestro bien, no vaya a ser que al desgaire por deliberado descuido, dejes las láminas de los grandes ventanales de la casa grande, a expensas de los ensordecedores tropeles de los plurales caballos de la muerte, que arrasan los pueblos y caseríos con sus pestilentes guadañas igualadoras, compulsivas en nombre de…
¡Cuidado!
No dejes, ni des tregua a tus terribles miedos ancestrales y no tardes en evadir la obsidiana sanguinolenta, que los nuevos bárbaros insisten en cerrar con los incendios magnánimos, la noble estirpe de los espartacos irredentos negados a morir sin resistir.
¡Cuidado!
No te rajes en la víspera, ni entregues a los tuyos a las protervas libidinosidades de los tumultos emancipadores, de los humúnculos carmesíes que espantan el sueño de los infantes lactantes, impartiendo a diestra y siniestra hacinamientos indescriptibles, con banderas
colectivistas forzosas y forzadas en nombre de una patria imaginaria.

Con el albor por llegar
YO QUISIERA
Yo quisiera estar en medio
del desierto

Y caminar sobre las hirvientes arenas de antiguos mares extintos

Caminar sin rumbo alguno entre las hostiles dunas del Sahara

Caminaré por los bordes de los precipicios que vuelven con el
ritmo de péndulos anacrónicos

Beberé de los viejos odres forjados con el cuero de cabras suicidas

Que se inmolaron ante el rebaño extraviado

De pastores aventados a lejanos exilios

Cuyas casas de la memoria
Viajaban con ellos en breves bártulos

A lomo de caballos insomnes

Exhaustos de tanto cabalgar las altas llanuras del Asia Menor.

Con el albor por llegar
SOY ESTO QUE VES
Ciertamente, en verdad os digo:
No soy más que esto que ves
El clochard insomne que vaga
incansable por las aceras del orbe
Alucinado
El resentido de todas las horas
La llaga supurante de odio
Petrificado por las horas hebdomadarias
También he de decirlo pronto
Me habitan terribles ovillos de rencor
Milenario insaciable
Soy siendo la piedra y el pedernal
Atragantado en la voz estrangulada
del ofendido del escupido
El Buda que hurga entre los vertederos de la ciudad decrépita y pelea a dentelladas con los perros famélicos
Un trozo de pellejo de cerdo pútrido
Soy la hoz pestilente de Satán
Que nada en la letrina de la patria
Abandonada a su maldita suerte
La mosca ahogada en el vómito del Constituyente Legislador
Soy el anteproyecto mortinato
Emborronado en los pliegues de esa larga culebra blanca
Que lástima cruelmente mi
corazón de hiedra
Ciertamente, soy esto que ves
Y que no puedes ver.

Con el albor por llegar
RECUERDOS DE MI VIAJE
Cómo olvidarlo, si lo llevo en mis más caros recuerdos, tatuado en piel de mis evocaciones fundamentales.
Me gradué de bachiller en humanidades en el liceo Néstor Luís Pérez de Tucupita y al poco tiempo mi querido amigo Eduardo Espinoza, que ya estudiaba la carrera de Sociología en la Universidad del Zulia, en unas vacaciones de la universidad fue a pasar un mes de vacaciones en el Delta y fue ahí que me propuso que porqué no me acercaba a la ciudad de Maracaibo y conociera la ciudad que albergaba la LUZ (Universidad del Zulia), puede que te guste y te entusiasmes en aquella hermosa urbe y cálida ciudad petrolera.
Yo ni siquiera rozaba los 20 años y no aguanté «dos pedidas» ¡Listo Poeta! le dije: ¿Cuándo nos vamos? Tal día en cuanto nomás finalicen las vacaciones. Dicho y hecho. Llegado el día acordado abordamos una unidad de transporte terrestre de nombre Expresos de Oriente que regentaba el mítico «Catire Marcano» que estaba ubicada en la Calle Mariño, a pocos metros de la Calle Bolívar en la ciudad-pueblo Tucupita.
Con bendición de mi amada madre embarqué en la unidad con rumbo a Caracas, con destino al famoso Nuevo Circo de Caracas, con el expreso propósito de abordar otra unidad de transporte con destino final a Maracaibo. Tal como lo habíamos previsto: ni una hora estuvimos en Caracas, de inmediato abordamos un nuevo bus rumbo a Maracaibo. Yo iba feliz con un morral y pocas mudas de ropa, puros blue jeans, chemises y a lo sumo una muda de ropa compuesta de un pantalón de Casimir y una camisa blanca mangas largas. Típico de los bachilleres de la época.
Una vez embarcados en el «buscéfalo» de Expresos San Cristóbal con destino a Maracaibo y; después de un larguísimo trayecto arribamos a la capital de la Gaita, y la ciudad con el prodigioso Puente Rafael Urdaneta sobre el legendario Lago de Maracaibo. Recuerdo que llegamos al atardecer, ya anocheciendo. Mi amigo Eduardo, ya me había dicho que íbamos a llegar a unas residencias de estudiantes.

Con el albor por llegar y cuestiones de espacio, no podré dejarle para su deleite, uno de sus magníficos y prestigiosos análisis literarios.

Publicación elaborada con información obtenida de personas cercanas al Escritor.

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