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Dr. Crisanto Gregorio León.  

«Nada tan peligroso como un buen consejo acompañado de un mal ejemplo».

Marquesa de Sablé.

Lo que está a la vista no necesita anteojos. En ocasión al derecho de  contraloría social que tenemos los ciudadanos y en este caso en cuanto a la formación de nuestros funcionarios policiales y las atinadas declaraciones del Fiscal General de la República es perentorio girar el timón y enderezar el rumbo. Porque evidentemente algo está fallando.

En estos tiempos, los ciudadanos ante la presencia de un funcionario policial sienten aprensión, reserva y desconfianza. Es obligante decir que no son todos los involucrados, pero son tantos que estamos en franja de peligro, porque en ningún modo se sienten resguardados, sino a la intemperie del delincuente uniformado, evocando las palabras o los términos utilizados por el Fiscal General de la República en la sustentación de la presente epístola. ¿Pero cuáles circunstancias determinantes influencian o han influenciado en la formación del joven o del novel policía,  como para que se le haya dañado la brújula de actuación? ¿O es que nunca tuvo su brújula debidamente orientada?

¿Qué es o en qué consiste la evidencia empírica? Es aquella evidencia que resulta de la experiencia o de la observación de los hechos, de la realidad que acontece. Lo que captamos sensorialmente y que todos lo captan de la misma manera. Y en el caso de la formación policial y el desenvolvimiento del funcionario en estos tiempos, es público, notorio y comunicacional que muchos no obstante haber egresado para dar seguridad ciudadana, se están viendo implicados por actos propios en la comisión de delitos, los cuales en razón de su investidura y lo que ella representa, debieran repeler, evitar y contenerse.  Así estos hechos punibles que cometen los uniformados constituyen la evidencia de su comportamiento indebido que incorrectamente se está haciendo usual y contrario de lo que se espera de ellos. Estos  hechos punibles, recogidos en filmes, fotografías, audios, y todo tipo de recurso audiovisual y que sensorialmente;  es decir,  a través de  los sentidos, la observación verbigracia;  los ciudadanos han captado o sufrido, o han sido testigos, víctimas o espectadores excepcionales de las conductas típicas, antijurídicas y culpables que constituyen el comportamiento al revés del que se espera y aspira de un policía.

Por otra parte, las máximas de experiencia que son  conclusiones empíricas fundadas sobre la observación de lo que ocurre común u ordinariamente, nos permiten arribar acertadamente a la pertinencia de que las nuevas generaciones de policías se están volviendo un azote social y claro hay que resaltar que no son todos.  Y no serán todos los que están, pero tampoco están todos los que son. Y la sociedad quiere creer y desea que este sea un comportamiento delictivo excepcional en estos jóvenes y no tan jóvenes que han ingresado en las filas de la seguridad ciudadana como garantes del orden y de la ley, pero se está extendiendo y generalizando tan descaradamente ese modus operandi criminal que contraría la razón de ser y de existir de los cuerpos policiales.  

La realidad experiencial nos revela, nos dice, nos pone en alerta que la vocación en materia de insumos psicológicos, actitudinales, aptitudinales y de toda la personalidad que deben constituir elementos esenciales en “el ser” y en “la clase de ser” de los hombres y mujeres que  ahora mismo recién desde un lustro o en un septenio para acá están integrando los cuerpos policiales, se ha metamorfoseado estadísticamente de manera  significativa, en lo que ellos deben combatir, – en delincuentes- , porque no podríamos concebir , sería un sin sentido que es una burla de la criminalidad a la sociedad, que integrantes de redes delictivas se estén formando como policías para usar las armas, la autoridad, los uniformes, las tácticas y los procedimientos policiales para facilitarse la comisión de delitos y para la protección de los miembros de sus bandas. Y la sociedad actual se encuentra indefensa, porque no hay conciencia cívica en los nuevos uniformados protagonistas de estos vergonzosos hechos delictivos que están dejando muy mal ejemplo y un sabor amargo en las aspiraciones sociales de tener  seguridad ciudadana.  Según lo que está aconteciendo y vivimos a diario, pareciera que la formación policial no es formación sino deformación y constituye una burla a la sociedad.

Porque es que estos desenfocados o policías estrábicos en la profesión que escogieron,  están viendo a la sociedad tal cual la ven los criminales, como un conglomerado indefenso al que hay que depredar, como presas a disposición para cazar, como rebaños de ovejas desamparadas, porque el rol de defensa ciudadana está en manos equivocadas. De tal forma que en la concepción de la ontología Aristotélica, los neo- integrantes de los cuerpos policiales se están comportando en el sentido del “no ser”.  Porque a la mujer del César no le basta con serlo, sino que tiene que parecerlo. No basta con graduarse de policía, llamarse policía, uniformarse y portar arma como un policía, sino que les concierne a los policías comportarse como policías y no como delincuentes.

¿O es que egresan o se gradúan sin que nadie les diga lo que es y lo que debe ser un policía? ¿Sucederá que los eslóganes que usan como distintivos de voceo en entrenamiento, clases, marchas y exhibición , solo son llamativas arengas cuyos significados y trascendencias no les son explicados a los estudiantes en su formación policial , ni son objeto de análisis y proyección?

Atestadas están las redes sociales, así como los medios de comunicación, de noticias que exponen, la forma y manera reiterada y consuetudinaria donde  los policías son protagonistas,  como actores y perpetradores de todo tipo de delitos. Mayormente se trata de nuevas generaciones de policías, aunque no exclusivamente, porque siempre hay vicios y viciosos.  

¿Qué está pasando en la formación intramuros de quienes optan vocacionalmente por convertirse en policías? ¿ Cómo están siendo tratados los estudiantes para ser policías , que su visión y sus esquemas mentales en cuanto a la trascendencia de ser un gendarme para defender, proteger y servir , una vez uniformados y con autoridad hacen otra cosa de la que se esperaba de ellos? ¿Será que al frente de las instituciones dedicadas a su formación no están los mejores ejemplos a seguir? Porque el caso es que algo no está funcionando debida y correctamente, pues la evidencia empírica nos advierte que está fallando la formación de los jóvenes para ser policías.  

Es alarmante constatar vía realidad empírica en manos de quienes se está depositando la confianza para la seguridad ciudadana, toda vez que está registrado documentalmente este fenómeno tan “peligroso”,  por el cual todos los días leemos los hechos noticiosos en las redes sociales y en la autopista de la información que mayormente los jóvenes policías o los nuevos egresados o con recién data de graduación o con apenas unos meses, están incurriendo en delitos y son grabados con teléfonos inteligentes y por cámaras ocultas, por la sociedad o por sus víctimas en flagrante delito y se recogen visual y auditivamente estas conductas de una vocación equivocada o descarriada. Y esto es solo lo que se puede descubrir, ¿Cuántos delitos se cometerán  en lo oculto?

Harto sabido es que los estudiantes copian o imitan las conductas de sus formadores e incluso los quieren superar. ¿Entonces cuáles conductas están copiando o imitando los futuros policías en su proceso de formación que inclusive quieren superarlas? De modo que es obligante preguntarnos también ¿Qué está fallando en la construcción de la estructura mental de los hombres y mujeres que deben egresar con la convicción inalterable de defender, proteger y servir al pueblo?, ¿Qué está pasando durante la formación de los funcionarios policiales, con los comportamientos, desempeños y ejemplos de los individuos  u otros agentes policiales de quienes forjan una imagen en el sentido de que quieren ser como ellos? ¿Qué está ocurriendo durante el proceso de selección de los aspirantes? , ¿Acaso los tamices psicológicos no se están aplicando? ¿Es que no se están haciendo las visitas domiciliarias y el seguimiento a postulantes o aspirantes para indagar en la comunidad de quienes se trata y cuál es su comportamiento en el hogar y en lugar de residencia? ¿Es que se está prefiriendo cantidad en vez de idoneidad para desempeñar la digna profesión policial, para dar imagen de masificación pero no cumplir con cualificación? ¿Qué se les exige, qué se les quita, que se les ofrece, qué conductas se les recompensan a los estudiantes para permanecer y no ser expulsados o dados de baja en su menguado, corto e insuficiente proceso de formación? ¿En una carrera contra el tiempo donde se presumen que los estudiantes no compran ni la carrera ni el tiempo, entonces  por qué pareciera que  salen a la sociedad como con un sentido de revancha? ¿En una hipótesis inverosímil que nos negamos a creer es que muchos de estos policías delincuentes, puedan haber comprado sus diplomas y que otros funcionarios corruptos se los están vendiendo, que es lo que llevaría a entender la falta de formación incluso ética, pero es una conjetura descabellada verdad?  

Sin embargo no es superfluo recordar por lo menos dos noticias relevantes dentro de las enésimas que circulan en las redes sociales. La noticia del 29/12/2021, que por los delitos de extorsión y corrupción dentro de la Universidad Nacional Experimental  de la Seguridad (UNES) fueron detenidos por  el CONAS tres miembros de esta institución de Educación Superior del núcleo Zulia. O el caso del 11/04/2022, donde el CICPC desmantela un grupo delictivo, presuntamente liderado por un estudiante de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) en Táchira. Se dijo que el procedimiento practicado por el CICPC representa parte del proceso de «autodepuración» que realiza, tanto de sus funcionarios como de los nuevos ingresos, por cuanto la institución no está dispuesta a permitir que sus uniformados actúen fuera del marco de la ley y perjudicando al pueblo, al que deben proteger.

¿Por qué los nuevos egresados o nuevos graduados  desde hace más o menos uno o dos  lustros, salen a la  calle por ejemplo a extorsionar? Las redes sociales exhiben videos donde los ciudadanos exponen a los policías en actos de dudosa legalidad. Dejándolos en evidencia de que a cualquier costa quieren quitarle los dólares que llevan encima verbigracia. Como en las alcabalas permitidas o alcabalas o puestos de control no permitidos, pero habilitados con esos fines, no obstante estar prohibidas mediante resolución ministerial.  

Transcribo parcialmente declaraciones del Fiscal General de Venezuela, Tarek William Saab, que en cuanto al combate de la delincuencia uniformada expresa: “Yo nunca voy a tolerar,…que un funcionario policial investido de una chapa, de una patrulla, de una pistola, en comandita con otros policías, asociados a delincuentes, atraquen a gente decente, a empresarios, a comerciantes, los bajen de los carros, les roben el carro, si tienen plata dentro del carro se la roban también. Y hay algo grave, nosotros hemos recibido denuncias por ejemplo de secuestros. Ahora la modalidad ya no es el secuestro exprés de las bandas delictivas, ahora es el secuestro que fomenta, que promueven funcionarios policiales,… Yo nunca he dicho que son todos cuando uno habla de un organismo policial como tal. Uno habla de los funcionarios delincuentes.  Pero da la casualidad que esos funcionarios delincuentes destruyen o mancillan el honor del cuerpo policial…  Si usted quiere ser delincuente, no se vista de policía, no use una chapa, no use una pistola… sea entonces delincuente…pero no utilice las armas del estado, la chapa del estado, las patrullas del estado, el  uniforme del estado para dañar al pueblo…” “no puede ser por ejemplo que yo reciba hoy directamente dos denuncias contra el FAE de secuestro en el Zulia…”

Habida cuenta de este tan peligroso momento para la seguridad ciudadana, donde se ha constituido en un riesgo confiarse de la formación que están recibiendo los futuros policías; es momento incluso de evaluar social y psicológicamente todo el tiempo y por ciclos  aleatorios, además de examinar y ponderar el desempeño policial y el desempeño ético de los funcionarios policiales y de las autoridades que están al frente de la formación de los policías. En la tan delicada labor de forjar, hacer, construir y formar policías, no se deben mantener atornillados en sus cargos como autoridades eficientes al frente de esa tarea a personas que por cuyo desempeño en su gestión se ha podido apreciar en su región un incremento de policías delincuentes, una exponencial y alarmante estadística de policías que se gradúan para cometer crímenes. ¿Es que acaso, no está de ante ojitos que durante la gestión de fulano o zutano, se haya incrementado el registro de nuevos policías que salen a la sociedad a delinquir? La juventud y los no tan jóvenes  pero repotenciados policías o pie de fuerza, que egresan, que han renovado conocimientos y procedimientos, entre lo que deben figurar una ética para el servicio policial, luego de su “supuesta formación”, o de una formación que se presume ha debido ser idónea, la sociedad queda impávida, perpleja al percatarse que los policías son aventajados delincuentes. ¿Y a qué,  o a quién se debe esta realidad inocultable?  

Es que quiero ser como mengano que hace seis meses se graduó de Investigador Penal y ya tiene camioneta nueva. El mal ejemplo es de sus líderes, de a quienes ven como imágenes  a las que copian o imitan, de quienes tienen a su cargo la formación de estos futuros garantes de la seguridad ciudadana, que por cuyo trabajo “al revés”  e ineficiente y el de sus equipos, los policías están egresando sin la blindada, pertinente y necesaria formación ética. Es que no hay otra explicación objetiva, ante la presencia y el ejercicio criminal que está caracterizando a muchos policías. Y es que quieren ser como su monitor, como su oficial jefe, como el oficial de planta, como el Jefe máximo, como quien los dirige; que ahora tiene y “estrena camioneta nueva o un vehículo que no podría comprar con su sueldo”. De modo que  se le ven los signos exteriores de riqueza y tiene muchas mujeres, es un macho vernáculo, o la oficial  “fulana” que hace lo que le viene en gana en contra de la ética y todo el tiempo da malos ejemplos. Y entonces, a la tierra que fueres haz lo que vieres, como diría Ambrosio de Milán. ¿Y si ese es el ejemplo, y si ese es el paradigma? La culpa o la responsabilidad de que los jóvenes y los no tan jóvenes policías salgan a delinquir es una cuestión de mal ejemplo. Porque están haciendo lo que ven y vieron durante su formación y el mal ejemplo que le dieron y les dan sus jefes. En tal sentido es imperativo remover y renovar a los jefes y a los equipos de los jefes y otros oficiales de seguridad ciudadana que hasta ahora se encuentran encargados de la formación de los policías, porque la evidencia empírica nos está demostrando que no lo están haciendo bien. Pues esos jóvenes policías recién egresados y los no tan jóvenes son el fruto y la imagen de lo que vieron y como fueron tratados en el proceso de su formación. Es que es inocultable de que hay malos ejemplos en su proceso de formación, porque si los buenos ejemplos abundaran otras serían las estadísticas y otra sería la evidencia empírica.

Mientras por amiguismo, compadrazgo u otras circunstancias nada santas, y nada éticas, se mantengan en la formación de  policías a funcionarios con récords conocidos de ser la peor imagen, de ser los peores ejemplos, a quienes se les denuncian y sus superiores los mantienen caprichosamente en esos puestos tan estratégicos en materia de imagen a quien copiar. Desde luego que este fenómeno indeseado nunca se va a acabar. Cambiar, rotar, renovar, entresacar con conciencia cívica, ética y científica a los mejores para desempeñarse en esos cargos, es el principio del remedio o de la solución para producir policías probos y éticos.  Porque es como quien siempre va al mismo mecánico y nunca le corrige la falla a su vehículo, sino que todo el tiempo está gastando dinero vanamente y el vehículo siempre está “descompuesto”.  Así, cambiar o renovar cíclicamente a los encargados de la formación de policías, porque su presencia y desempeño prenden las alarmas de que no están produciendo los funcionarios de seguridad  éticos que requiere el país; es una sana e inequívoca estrategia para fortalecer la imagen y el desempeño de los miembros de los cuerpos policiales, y que bajo otras directivas egresen nuevos gendarmes con propósitos sanos, loables y ganados realmente para  de defender, proteger y servir al pueblo.

Por otra parte, circunstancias de toda índole deben ser abordadas desde su génesis por los equipos multidisciplinarios, para que con pro actividad, en los procesos de selección y posterior a ellos ,se monitoree  el desenvolvimiento y la vida de relación  que caracterizan la personalidad  de los que se han inscrito para formarse como policías y en todo momento se atienda como lo haría un buen padre de familia la salud mental,  el bienestar emocional, psicológico y social de los chicos y las chicas, con el auxilio idóneo de las evaluaciones psicológicas y del trabajo social; para precaver acontecimientos lamentables como el caso del joven estudiante perteneciente al proceso I-2023 curso básico del Centro de Formación Zulia, quien el 20 /03/2023 se quitara la vida mediante ahorcamiento. Suceso que llama a la reflexión y  nos deja  múltiples  interrogantes de variada naturaleza.

Sobre el tapete está una noticia que causa consternación, y se trata del caso que amerita una exhaustiva investigación respecto de cinco policías implicados en la asfixia de un detenido. Los ciudadanos hemos perdido la capacidad de asombro al percatarnos todos los días de sucesos en los que están involucrados como autores de delitos los funcionarios policiales.

«Damos consejos, pero no inspiramos la conducta adecuada».

–        François de la Rochefoucauld.

crisantogleon@gmail.com

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