La pensión y las bolsas Clap que reciben son insuficientes; todos los días tienen que caminar y tocar puertas en busca de la solidaridad de los deltanos, de lo contrario se acuestan sin comer.
Rosa Báez y Claudio Báez, adultos waraos de 75 años de edad, salieron de su comunidad natal en marzo de 2019. En su recorrido atravesaron los caños del Delta del Orinoco hasta alcanzar las proximidades de la ciudad de Tucupita con el propósito de hacer efectivo los meses de pensión pendiente que tenía en sus bancos.
Sus objetivos eran abastecerse con algo de medicina y alimentos para regresar hasta su comunidad asentada en Koboina, parroquia Manuel Renaud, municipio Antonio Díaz del estado Delta Amacuro.
En su testimonio, aseguran que fueron sorprendidos por las informaciones sobre el COVID-19. “Nos dijeron que era una enfermedad muy peligrosa y por esta noticia nos quedamos en la ciudad, porque en nuestra comunidad no hay nada de medicina” señala Claudio Báez.
La pareja camina y toca puertas de casa en casa buscando la solidaridad de las familias deltanas; en sus mochilas se observan pedazos de verduras y productos donados.
“Si no caminamos y pedimos, nos acostamos sin dormir y al día siguiente tenemos que salir a las calles” describe sobre la situación austera que sufren. Además, señalan que nadie los atiende, sus hijos y nietos migraron a Brasil en busca de ayuda humanitaria.
Claudio Báez relata que en los últimos tres meses han tenido dificultad para conseguir alimentos y han perdido peso por la falta de una alimentación adecuada. “En nuestra zona hay pescados, vamos al morichal y recogemos frutas, pero ya estamos viejos y las fuerzas nos abandonan”.
Al respecto, Sixto Marcano, aidamo (jefe) de la comunidad de Pueblo Blanco, describe la difícil situación que atraviesan los adultos mayores por la fragilidad de su condición física para buscar sus alimentos en los caseríos waraos. “La salud de los adultos es muy vulnerable ante la ausencia de atención médica en la zona” afirma.
De acuerdo a la versión de Marcano, los adultos mayores son los más vulnerables por sus condiciones físicas que les impiden desplazarse a grandes distancias en busca de asistencia. “Los jóvenes emigran de sus comunidades y muchos ancianos son abandonados en sus casas” aseguran.
La Organización no gubernamental Convite A.C entre los resultados del Proyecto Monitoreo del Acceso a la Salud en Venezuela y el Envejecimiento Poblacional en Venezuela, correspondiente al período 2020-2021, señala que en Venezuela el 86% de los adultos mayores viven en situación de pobreza y 4 de cada 10 personas mayores de 60 años viven en pobreza extrema.
Nota de Prensa Kapé Kapé