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Dr. Crisanto Gregorio León

«El ‘gaslighting’  hace que la víctima dude de sí misma.

Por ejemplo, alguien hará o dirá algo abusivo y luego negará que alguna vez lo dijera o lo hiciera».

Tina B. Tessina.

La manipulación al servicio de la violencia psicológica.  Hacerle luz de gas o gaslighting a una persona significa hacerle creer algo que no es verdad, es decir, engañarle, despistarle. Introducir soterradamente la duda sobre todos sus actos y procesos mentales, llevándola poco a poco a cuestionarse seriamente su cordura. Significa, más o menos, convencer a una persona de que está desequilibrada emocional y racionalmente para poder influir sobre sus actos.

Se trata de apoderarse de la voluntad de alguien haciéndole creer que lo que hizo, o lo que dijo, no es cierto, y a la vez, sugestionar a dicha persona para que crea como verdadero todo lo que se le diga. De esta forma, la persona a la que se le hace luz de gas tiene una percepción de la realidad totalmente alterada, por lo que es fácilmente influenciable.

José Luis González de Rivera, en su libro sobre el maltrato psicológico, define lo que es hacer “Luz de gas” y dice: “Hacer luz de gas consiste en intentar conseguir que alguien dude de sus sentidos, de su razonamiento y hasta de la realidad de sus actos”. Por su parte, Javier Marías la define como “persuadir a una persona de que su percepción de la realidad, de los hechos y de las relaciones personales está equivocada y es engañosa para ella misma”.

Negarle que lo ocurrido y presenciado haya ocurrido; convencerla de que en cambio hizo o dijo lo que no hizo ni dijo; acusarla de haber olvidado lo efectivamente acaecido; de inventarse problemas y sucumbir a sus suspicacias; de ser involuntariamente tergiversadora, de interpretar con error siempre, de deformar las palabras y las intenciones, de no llevar razón nunca, de imaginar enemigos y fantasmas inexistentes, de mentir —sin querer— constantemente.

Para quién sabe persuadir a alguien de todo esto, se trata de un eficacísimo método para manipular al antojo y anular voluntades, para hacerse dueño de la víctima y convertirla en su esclava o esclavo.

No cabe duda de que para que esta instrumentalización perversa tenga éxito debe realizarse en condiciones privilegiadas. Se trata del marido, de la esposa, de un familiar querido, pero, sobre todo, se trata en una relación de amor y/o de confianza, como por ejemplo la ascendencia de los jefes sobre sus subordinados.  Nada debe indicar a la víctima que está siendo manipulada por el agresor.

Provoca el aislamiento de otras influencias. Aislar a la víctima de su familia, tratando de crear situaciones de enfrentamiento, es muy habitual. Y para ello se servirá de todas sus habilidades. Lo mismo sucede con los amigos, “porque esa clase de gente seguramente no le conviene”.

Con ello, el perverso o la perversa no sólo logra librarse de miradas que puedan poner en peligro sus objetivos de dominación y control, sino que aumenta el grado de dependencia de la víctima que piensa que su dominador o dominadora, “sabe”, incluso mejor que él o ella, lo que le conviene. Pretende crear y en efecto crea cuando su método le produce resultados aislar a sus víctimas para que se sientan menos que cosas u objetos sin valor, personas que introspeccionen que no tienen importancia ni relevancia para nadie y  que necesitan de su victimario y de esta manera logra disminuir y apocar a sus víctimas robándoles el alma, dejándolas vacías, haciendo que se sientan como basuras. Porque les destruye la autoestima.

Al estar colocado por la propia víctima en el lugar del saber por razones de amor o confianza, o de jerarquía el acosado o la acosada busca apoyarse en él o en ella para elaborar cualquier criterio, lo cual es aprovechado por el abusador en su beneficio propio.

La distorsión se produce y la situación creada convence a la víctima de lo que sea. Se produce una apropiación del otro, de sus bienes y de su voluntad, a expensas del descenso de su autoestima “prefabricado” paulatinamente.

Pues bien, el Coronel psicópata narcisista, licántropo y voyerista, usa a la perfección este modo oscuro de dominación. Este coronel felón es un abusador y cuando quiere dominar a sus víctimas, manipularlas, controlarlas, como a funcionarios o  trabajadores de la institución , que además les tiene odio y envidia o cree por su deformada amígdala que otros lo envidian a él porque se cree un Dios un ser superior a quien nadie  puede osar emular ,  porque además  lo dejan en evidencia y amenazan su burbuja narcisista ,  porque se interponen en su planes criminales y constituyen para él obstáculos en su depredación, emprende la manera de manejarles la psiquis de modo elaborado exprofeso , dolosamente , intencionalmente  para que sus víctimas sientan que no tienen ningún valor ni como personas ni profesionalmente ;  las disminuye y las devalúa a tal punto que quien recibe este método de apocamiento y depreciación de la propia valía, pierde la perspectiva de la realidad y dude de su propia razón , por lo que se apropia de sus actos y de sus decisiones  y en esta perversa tarea se apoya en sus monos voladores para garantizarse el simultáneo ataque de socavamiento del alma de sus víctimas  por diversos medios y de manera estudiada logra que estos cómplices , la tropa de los necios ciegamente se constituyan también en perpetradores de delitos en contra de sus compañeros de trabajo;  pero que a todos los mueven intereses inconfesables y en el caso del coronel felón y parásito  , para conservar y ocultar la red de corrupción interna y externa en la institución, donde el robo , la extorsión , el tráfico de influencia , la venta ilícita de documentos , las perversiones sexuales , violaciones carnales, drogas y otras criminalidades constituyen fuentes de ganancias en divisas , dólares y euros , bienes y diversas formas de pagos en negociaciones al margen de la ley.

No hay que confundir a los monos voladores con las víctimas;  los monos voladores son los alcahuetes, cómplices, lame suelas, correveidiles, secuaces del Coronel psicópata narcisista, licántropo y voyerista.  Las víctimas son las presas, quienes sufren en su autoestima, reputación,  en su psicología o en su psiquis, en su alma y en sus trabajos, el martirio y el ataque destructivo del psicópata. Y aunque a la final por no tenerse autoestima y por valorarse muy poco, en  último peldaño podemos asegurar que los monos voladores también son víctimas del psicópata, pero es determinante tener claridad de las posiciones que ocupan las personas en este tablero perverso de maldad y perversión del Coronel psicópata. Toda víctima es la presa de este depredador social o sea del Coronel psicópata que destruye y/o proyecta destruir con la colaboración de sus monos voladores ejecutores y auxiliares. Mientras que los monos voladores no son presas para destruir, sino que son sujetos manipulados por el psicópata para que colaboren con él y lo ayuden a conseguir sus fines, a perpetrar sus delitos y criminalidades, que obscenamente son aduladores rastreros. Y solo en ese sentido cuando los monos voladores no son conscientes de que están siendo usados,  podríamos entonces calificarlos de víctimas, porque a los que conscientemente ejecutan delitos para y con el psicópata, a esos no podemos llamarlos víctimas porque no se engaña a quien se sabe engañado. 

El Coronel psicópata narcisista, licántropo y voyerista utiliza, usa, titeriza, maneja a las personas aplicando un falso encanto para que les sirvan de instrumentos en el afán de lograr  sus fines retorcidos, malignos, criminales y en ello se hizo de un equipo de aduladores – los monos voladores – que le catalizan los ambientes y las situaciones , para destruir a quien sea sin ningún miramientos y en ello las personas valiosas y honestas son – las víctimas – el blanco desafortunado de estos perversos delincuentes liderados por el cobarde Coronel , que a las primeras investigaciones sobre los actos de corrupción en la institución está experimentando un derrame de mollera. El miedo lo amedrenta pero continúa como cualquier persona adúltera que finge a su pareja que nada sucede y entra sale de la institución como loco con prurito rectal y el hedor de su corrupción se apodera de las áreas donde se le ve y donde se apersona. Quienes lo apoyan caerán con él por muy altos que sean los cargos que ostentan.

Los monos voladores se sienten que son el propio psicópata coronel narcisista, eso les produce engreimiento, jactancia y orgullo porque creen tener en el momento crucial de un encarcelamiento el respaldo de este cobarde , traidor parásito y como han venido simulando actos lícitos y legales alcahueteándoselos y solapando la criminalidad y la red de extorsión y robos en la institución; muchos de ellos quieren recular pero están tan enfangados y siendo cómplices, autores y encubridores de delitos ahora right now están poniendo sus barbas en remojo, porque ya hay monos voladores enjaulados.  

Explica Laura Fuster Sebastián que en la etapa de idealización, a la víctima le encanta la persona que hace «luz de gas», pues proyecta una imagen de sí misma como si fuera una persona perfecta.

Profesor Universitario/Abogado/Periodista/ Psicólogo/ Escritor.

crisantogleon@gmail.com

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