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César Malavé

El lunes 19 de abril recordaremos una vez más la acción patria, política y eminentemente civilista venezolana, contra el oprobio  militarista. El triunfo de una iniciativa unitaria, superior y  de la más hábil diplomacia criolla, sobre la bota, el miedo y la fuerza. El éxito de la unidad sobre la  inconsciencia, la idea sobre la tradición, la democracia sobre la tiranía. Hace 211 años, el Ayuntamiento de Caracas desconoció la autoridad del Capitán General Vicente Emparan, iniciándose así nuestra gloriosa gesta emancipadora. Revoloteaba en las mentes de los venezolanos la necesidad de ser libres, la idea del cambio. Desde enero de 1810 se propusieron y meditaron distintos planes para la acción, todos arriesgados e inciertos. Las gestiones se iniciaron en las clases mantuanas. La acción no fue sencilla. Hubo “compatriotas cooperantes”  y muchos conciudadanos fueron a parar las mazmorras. Margarita se saturó de grillos y frustración fugaces.

Pese a  barbarie cívico-militar española, la inquietud fue en incremento. Todos los venezolanos buscaron consolidar una fuerza redentora. Los criollos, revivieron pretensiones y ganaron partidarios con facilidad. La ocasión era alentadora. Los emancipadores se reunieron en la noche del 18 de abril. El Cabildo, paritario, de españoles y americanos, debía dar el primer paso provocando una discusión con Emparan. Lo demás  saldría por sí solo. Ese era el momento y he aquí una de las primeras lecciones que debemos extraer de esta gesta: De nada vale en política tener la razón, si esa razón no se  tiene en el momento justo, y sobre todo si esa razón no se tiene en el momento, con el mayor número de voluntades.  Para que un proyecto de cambio significativo  triunfe, realmente,  tiene que dejar de ser una conjura de iluminados para hacerse idea, acción y la vida misma de la inmensa mayoría. Y la inmensa mayoría no llega a ella siempre, o casi nunca por el camino real, sino como dice la Biblia por el camino estrecho. Y ese camino nunca está abierto de par en par en la conciencia de los hombres. Hay que buscarlo, hay que construirlo. Si nuestros libertadores, se hubiesen quedado en los frescos patios de sus casas añosas, discutiendo del destino del mundo frente a tazas hirvientes de sabroso cacao, hoy no tendríamos nación. No seriamos hoy venezolanos, ni tampoco tendríamos en nuestra historia un ejemplo que traer a la memoria, hoy, cuando las circunstancias históricas nos emplazan a dar el paso contra la barbarie actual.

Es el momento de comenzar a construir caminos de libertad. Conjugar esfuerzos, ideas, en torno a los líderes de vanguardia, con las generaciones emergentes y, la asesoría de la experiencia. Hay que cerrarle el paso al continuismo perverso. Estamos seguros y plenamente persuadidos de que es posible la existencia de un gobierno progresista y de justicia social en Venezuela. Con democracia plena y Estado de derecho, sin régulos imperiosos, sin jefes jaquetones, megalómanos o caudillos, ni de ayer ni de hoy. Es hora de pensar con la cabeza fría y no dejarse llevar por las emociones. La presión internacional se mantendrá, pero dicha presión es insuficiente sin nuestra participación. Hay que subirle los costos al régimen autoritario de mantenerse en el poder con la presión externa e interna. Buscar formas y maneras de restablecer el hilo constitucional, independientemente del método o la forma. El paradigma del 19 de abril nos emplaza al rescate pleno de la soberanía nacional. La convocatoria es hace del 19 de abril de 1810, un patrón de desprendimiento absoluto, para unir a todos los venezolanos en un liderazgo unitario, colectivo y compartido que sea capaz de acabar con este  gigante entuerto que nos agobia. Para este fin, estemos en cabildo abierto en las calles, por las redes, en nuestras casas y, como hace 211 años, reunidos  en Unidad Superior, digamos con fuerza: NO LO QUEREMOS

@cesarmalave53

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