Antonio Ricóveri
Vivimos tiempos de cambio, de renovación, de ajustes, de reinvención, pero para algunos coterráneos es mucho más… Viven el “volver a empezar”, entendiendo que lo único cierto que tiene la vida es lo incierta que es.
A lo largo de nuestra existencia nos encontramos en situaciones que pudieran obligarnos a cuestionar el camino que llevamos, sobre todo, si nos llevan al punto de sentirnos hartos de nuestra realidad laboral, económica, emocional, o de las pocas posibilidades que tenemos para progresar, siendo entonces un nuevo inicio la única opción.
Volver a empezar es un proceso que quizás incluya perdonar (perdonarse), dejar ir, relajarse (porque no podemos controlarlo todo), priorizar la paz interior, redefinir nuestros valores, sonreír un poco más, y hasta dar gracias.
Volver a empezar es acabar con la inercia que nos paraliza, es darnos la oportunidad de hacer las cosas de un modo diferente, es asumir desde el corazón las lecciones aprendidas de las tantas experiencias vividas.
Volver a empezar es, amigo lector, liberarnos de nuestros propios prejuicios y miedos, es intentar cambiar la valoración de las cosas y darles un nuevo sentido, es modificar nuestra actitud y otorgarle significado a lo sencillo y a lo cotidiano, es hacernos cargo de nosotros mismos, entendiendo que la vida es finita, pues se vive solo una vez, y que tenemos que aplicar la resiliencia (la idea de que “a mayor adversidad mayor fuerza”) activando esa capacidad de adaptarnos a los cambios y a las dificultades.
Pero ésta no es una decisión fácil, porque aunque nos cueste aceptarlo, en la travesía de la existencia misma a veces nos encariñamos con las piedras con las que tropezamos… Nos repetimos entonces que son perfectas tal cual son, que están allí por algo, que son obstáculos naturales del día a día; pero sin percatarnos que fueron colocadas allí precisamente para alertarnos, para recordarnos que era el momento “de girar”, de redireccionar nuestro rumbo para poder avanzar hacia lo que más nos conviene.
Decía el gran físico alemán Albert Einstein (1879-1955): “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, y de eso se trata si queremos mejorar. La aseveración de Einstein resume la circunstancia que se repite con mayor frecuencia en la vida de los seres humanos, más aún si se trata de enfrentar una realidad pandémica (sin final conocido), si estamos a merced de una acentuada crisis económica, o si lo que conocíamos como “normalidad” ya no existe ni existirá jamás, por lo tanto, la reinvención de nosotros mismos arranca desde el mismo momento en que decidimos “volver a empezar” adoptando un enfoque positivo en lo que decidamos hacer, pues una buena actitud alejará los miedos y los fantasmas del pasado.
El reto radica en descifrar el propósito de dicho cambio, porque aunque a veces cuestionemos nuestra existencia, cada vida tiene un hermoso propósito y encontrar el nuestro será el paso más importante.
Finalmente, como dijera el activista social norteamericano Martin Luther King (1929-1968): “La fe es dar el primer paso, incluso cuando todavía no se vea toda la escalera.”
Y como el “volver a empezar” no respeta ni tiempo ni edad, a los “entrados en años” que se encuentran en este trance les recuerdo lo aseverado por el académico y novelista inglés C.S Lewis (1898-1963): “Nunca se es demasiado viejo para establecer un nuevo objetivo o para soñar un nuevo sueño”.
Así de simple.
“Las palabras viajan… Algo siempre dejan”