Es un error pensar en el mañana, actuemos hoy. Dios nos recompensará
Osmar Yépez vive en San Rafael (norte de Tucupita) y tiene 21 años de edad. Es estudiante de educación inicial en la Universidad Territorial Deltaica “Francisco Tamayo” de la ciudad.
Tras la emergencia sanitaria mundial por la pandemia del nuevo coronavirus, Osmar se ha dedicado al “arte” que emprende desde hace más de cuatro años, el corte de cabello. Así lo ha hecho porque es el único ingreso monetario que percibe.
El joven Osmar es el cuarto de siete hermanos y, como cualquier “chamo”, sabe disfrutar de los ratos con sus amigos y “pasarla bien”. Hace dos años atrás decidió vivir en casa de sus abuelos por motivos personales. Allí ha sabido generar un ingreso económico desde su pequeño oficio. Él quería ayudar a sus abuelos.
Este gesto hacia a sus abuelos solo le duraría poco, o por lo menos a su abuelo. “Su pilar, el jefe de su hogar”.
Luego de haberse mudado, en el año siguiente (2019), “su jefe” falleció de un infarto. El 24 de noviembre su corazón dejó de latir y su voz dejó de escucharse en su casa. Ya no había una voz de mando.
Testimonio de Osmar Yépez sobre muerte de su abuelo y por qué asegura no fue bien recibido en el hospital Dr. Luis Razetti.
- No fue solo un infarto. En el primero, lo llevamos de inmediato al hospital (Dr. Luis Razetti), pero allí el médico nos dijo que teníamos que comprar unos medicamentos para su tratamiento. Para la tensión. Pero ninguno de nosotros teníamos dinero y mucho menos en efectivo para comprarlo, porque eso es caro, y si lo hubiéramos tenido claro que lo compramos. Entonces el doctor nos dijo que nos fuéramos a la casa, prácticamente nos corrió, así lo hicimos, con mi abuelo un poco mal. Entonces como a las cuatro de la madrugada le volvió a dar y fue cuando murió.
Desde entonces su hogar no ha tenido un rumbo fijo, sin embargo, han intentado minimizar las trabas que enfrenta una mayoría de venezolanos –a diario– por la crisis económica que atraviesa el país.
- Cada uno de nosotros colaboramos para los gastos de la casa. En esa parte estamos bien.
Osmar ha hecho de un espacio que anteriormente había funcionado como un local de ventas para desayunos, una “barbería”. No se le hace lejos, solo tiene que caminar unos cinco metros en el frente de su casa.
Todos los días recibe, al menos, cuatro clientes. Con lo que logra generar de ingreso se lo da a su abuela. Incluso, admite que ha hecho “trueques” con la clientela.
- Sabemos que el efectivo está difícil, por eso, a veces hacemos trueques.
El joven Yépez ha sabido sobrellevar las penurias con esta pequeña labor. No obstante, no se ve dependiendo de esto por el resto de su vida.
- Yo hago esto porque me gusta, porque es un arte, no lo veo como un trabajo del que tenga que depender toda mi vida o por solo tener un ingreso económico. Yo tengo un dicho y es que si tú trabajas por dinero, no trabajes. Y si fuera por eso, yo cobraría caro y no lo hago.
Pese a la triste realidad que viven los venezolanos a raíz de la crisis y han tenido que verse obligados a huir del país, Osmar no cree que la solución sea migrar.
- No me veo en otro país trabajando para otra gente que no es mi gente. No quiero llegar a ese punto. No creo que esa sea la solución.
Osmar de momento quiere seguir contribuyendo a su hogar, pero también quiere contribuir a su estado, al Delta Amacuro. ¡Eso sí! Quiere la ayuda de todos.
- Esto depende de nosotros mismos, si yo aporto mi granito de arena, tu también, y que sea como una cadena y que luego todos aportemos, entonces podemos levantar nuestra sociedad. Ojalá todos pensemos así. Por eso edúquense y respeten.
El joven aun extraña a su abuelo, quizá no pudo ofrecerle a tiempo más de lo que podía dar, en todo el sentido de la palabra, y es su frustración, pero no le pasará con su abuela, lo procurará.
Osmar Yépez lo tiene claro, como también tiene claro que es y será un Deltano que no da un paso atrás.
- Es un error de la gente pensar en el mañana, actuemos hoy. Dios nos recompensará cada esfuerzo.