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Efraín Rincón Marroquín

@EfrainRincon17

Nunca antes en toda su historia, el Zulia había experimentado una destrucción tan descomunal como la que le está propinando el régimen de Nicolás Maduro en alianza con los gobernantes serviles instalados en el Estado.

La que por mucho tiempo fue la joya de la corona, la convirtieron en la cenicienta nacional. El emporio zuliano que contribuyó con el desarrollo del país, es hoy un estado completamente arruinado, colmado de calamidades que hacen difícil la sobrevivencia de su gente. No es posible comprender el odio visceral de esta revolución contra el Zulia; ni siquiera los autócratas del siglo XIX destilaron semejante desprecio por nuestro terruño.

Como los zulianos, nadie ha padecido este calvario producto de la incapacidad, la corrupción y el saqueo perpetrado por una mafia, cuyo único propósito es pulverizar cualquier indicio de progreso, porque el bienestar de los zulianos les produce escozor. La tragedia impuesta por la tiranía genocida tiene mucho tiempo haciendo daño a los zulianos. Hugo Chávez se encargó personalmente de desmantelar a la empresa petrolera y a todas las contratistas privadas de la Costa Oriental del Lago; expropió empresas productivas para dejarlas en las manos incapaces y corruptas de reposeros revolucionarios; arruinó a la actividad agropecuaria, considerada como el “granero” y la “despensa” de Venezuela; confiscó los recursos que constitucionalmente le pertenecían a la gobernación del estado y a la alcaldía de Maracaibo, por estar administradas por líderes de la oposición democrática. Hizo todos los esfuerzos para arrebatarle al Zulia su liderazgo pionero y la capacidad de autoabastecerse, empobreciéndolo y haciéndolo perversamente dependiente de las sobras del centralismo autoritario y corrupto.  ¡Chávez, cuánto daño le hiciste al Zulia, fuiste el comandante supremo de nuestra destrucción!

Con seguridad, el “pajarito galáctico” le dijo a Nicolás “estás obligado a finalizar la destrucción del Zulia, que yo inicié en 1999”. Y Nicolás, con obediencia servil ejecutó criminalmente la orden dictada por su mentor. Desde el 2013, fecha en la que inició la gestión de Nicolás, el Zulia no ha visto luz; la situación ha empeorado peligrosamente, con el consentimiento de gobernadores y alcaldes que vendieron su dignidad y principios, por la defensa de la revolución que les ha permitido enriquecerse groseramente a costa de la pobreza y los sufrimientos de los zulianos. Estos mandatarios son indignos de llamarse zulianos, pues, pasarán a la historia como los responsables del aniquilamiento del estado más próspero y generoso de Venezuela. Ustedes pagarán con creces la crueldad con la que han actuado en contra del Zulia. La justicia tarda, pero siempre llega.

Hoy día, el Zulia es un estado fantasma, es tierra arrasada donde la gente deambula en las calles, buscando el sosiego y la tranquilidad que por ahora no podremos encontrar. La tiranía genocida decretó un racionamiento criminal de 20 horas sin electricidad y 4 horas con el servicio eléctrico; semejante calamidad impide que tengamos agua potable que sólo puede ser bombeada con electricidad; las colas para abastecer combustible son interminables, muy parecidas al caos que desde hace mucho tiempo sufren los tachirenses; la comida escasea y la poca que aparece normalmente se paga en dólares; la seguridad ciudadana está en manos de hampones y criminales, llamados colectivos, que intimidan y atracan a personas y saquean empresas y negocios, bajo la mirada cómplice de mandatarios y militares. Nuestros niños, ancianos y enfermos crónicos mueren a diario por falta de medicinas y por una atención médica que los hospitales sin electricidad no pueden brindarles. Por si fuera poco, el Zulia está siendo reprimido criminalmente por el gobernador del estado y sus secuaces, impidiendo que hagamos uso del derecho constitucional de la protesta pacífica, en contra del desmadre con el que el régimen usurpador poco a poco asesina a los zulianos.

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