Asuntos de drogas y lavado de dinero según fue el motivo del crimen de Dubrazka Ramírez

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Por segunda vez la dama viajaría a Trinidad y Tobago, donde vivía con su esposo, estaba de visita y regresaría junto a unos primos y cuñada

Los sueños de querer surgir en un país ahogado por una crisis económica, llevó a Dubrazka Ramírez a la muerte.

Desde muy joven la muchacha tuvo que afrontar la vida de una manera distinta a como lo hacían las demás jovencitas de su edad.
La vida le hizo varias jugadas a las cuales supo como responder y, en vista de ello, partió desde San Fernando de Apure de donde era oriunda hasta la capital del país.

No era lo mismo, Caracas era una ciudad que no descanaba, su gente estaba concentrada en resolver su día a día. La ciudad que se imaginaba desde su infancia no era la misma a la que se tuvo que enfrentar.

Los grandes edificios, el metro, los motorizados, y quienes jugaban vivo en cada esquina de las barriadas populares.

Ella iba empecinada en trabajar, producir y ayudar a su familia, los que la habían despedido con lágrimas en los ojos.

Para Dubrazka el cansancio no existía, ella quería surgir y ser el orgullo de su familia.

Comentó uno de sus primos que después de tantos meses laborando en la ciudad, logró reunir importantes ahorros con los que pudo adquirir unas tierras en la Isla de Margarita.

Todo indicaba que su camino comenzaba a enderezarse y que el universo por fin conspiraba a su favor.

Estando en Margarita, conoció a una joven que en poco tiempo se hizo su amiga, pues también se dedicó al comercio, actividad en la que apertura grandes círculos sociales.

Uno de ellos, según la empujó por un sendero distinto al que estaba en sus metas. Aunque sus parientes desconocían sus andazas, la muchacha con el tiempo se hizo famosa en Maturín. Varios sujetos, integrantes de organizaciones delictivas eran ya la prioridad para ella.

La trigueña de aproximadamente 1.65 centímetros de estatura y de pelo ondulado, dentro de todo, también hizo buenas amistades.
Como a todos, la diáspora tocó a la puerta de Martínez, una de sus amigas de trabajo, tenía que partir a Trinidad, “allá la vida era otra. Se conseguía la comida y la plata te alcanzaba. El dólar Tití valió menos que el americano, pero era plata y tras de ellos Dubrazka se iría”.

“A ella le dolió no poder compartir, con ellas, sin embargo, la comunicación por whatsapp era constante, siempre hablaban. Era una amistad sólida”, afirmó el pariente.

“Vente chama, vente, que las cosas aquí son prósperas, véngase, aquí seguiremos luchando juntas”.

Los bienes que en tan poco tiempo había alcanzado, casa y carro, eran unos de los impedimentos para que saliera del país.

El miedo de asumir los nuevos retos que le colocaba la vida, para ella era un paseo. El temor y la inocencia se había quedado en su amado San Fernando. Con pasaporte y pasaje en mano decidió expandir sus horizontes. Corrió con suerte, surgieron sentimientos recíprocos entres ella y su jefe.

La única hembra y de cuatro hermanos poco después habría quedado encinta. El regalo que no esperaba ya comenzaba a formarse en su vientre, y quería compartir esa felicidad con su mamá, a quien ya había puesto vieja al hacerla abuela.

Extrañar a sus seres queridos y sus pertenencias la hicieron volver, su intención era por quince días, sin embargo fue para siempre.
Después de haber compartido en Apure, partió hasta Margarita, todo estaba bien, siguió hacia Maturín, donde hace una semana compartió con unas amistades con las que había formado sus pasos por Monagas.

Para el viernes 26 de octubre ya Ramírez estaba instalada en el Delta Amacuro, pues una cuñada, primos y vecinos se regresarían con ella una vez más a Trinidad. Iban a trabajar.

Días antes, solían hacer todo juntos, se cuidaban como niños e iban juntos hasta para la bodega de la esquina, sin embargo, ese día no se explican qué fue lo que pasó.

Ocurrió que como a las 4:00 de la tarde, Dubrazka quería salir al centro, nadie la quería acompañar, porque pasaron toda la mañana en el mercado.

La mujer de 30 años, que estaba alojándose en la residencia San Cristóbal, en la calle de igual nombre, mejor conocida como el hotel de Lita decidió salir con una de sus cuñadas.

Luego de haber comprado un paquete de barajas y unas bolsas para meriendas, caminaban hasta el inmueble.

Cuando iban por la calle Pativilca, cerca del hotel Residencial, un hombre las seguía desde la otra acera.

“Era un hombre alto, delgado, estaba bien vestido con una chaqueta y pantalón negro”, dijo un testigo que presenció el hecho, y llegó a pensar que podría tratarse de un atraco.

Pero el supuesto sicario empujó a la cuñada de Dubrazka y tras forcejear con ella le efectuó dos disparos, uno de ellos le perforó el rostro.

La otra muchacha comenzó a gritar mientras que el homicida corrió hasta la calle Sucre donde lo esperaba otro sujeto y se marcharon en una motocicleta.

Sus parientes corrieron al recibir la noticia, la llevaron al hospital de Tucupita, pero los acorraló la crisis hospitalaria y la llevaron al Manuel Núñez Tovar, donde murió el domingo 28 en horas de la madrugada.

Y el viaje lo tenía pautado para el lunes siguiente, varios pasarían ilegal y otros con pasaporte.

Asuntos de drogas y lavado de dinero según fue el motivo del crimen, los pesquisas siguen indagando.

Omar Padrón

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