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 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Aspectos de la realidad   impensables hace apenas algunos decenios atrás, en la actualidad resultan completa y suficientemente cotidianos.

Los seres humanos buscan por encima de lo que sea y a cualquier riesgo y precio abrirse horizontes para captar sus satisfacciones vivenciales.

Coincidimos con mucha gente que expresa que las sociedades no se liquidan a sí mismas.

Las disímiles perspectivas de superación siguen abiertas como el primer día.

Vivimos pensando – y elucidando-  cualquier cantidad de alternativas para resolver nuestros problemas existenciales.

Lo dicho en el párrafo anterior no constituye ninguna novedad; por cuanto, a lo largo de la historia los seres humanos han tenido siempre la acuciosa disposición de procurarse cada vez más cosas. Ha sido una carrera desenfrenada, sin límites. Ante cualquier obstáculo procuramos estudiarlo para sobrepasarlo

Se han discernido desde siempre ideas increíbles.

Sin dudas o perplejidades, es la Educación (en su más amplia y pura acepción) el instrumento expedito y esencial para formalizar y sistematizar todo cuanto pensamos y deseamos ejercitarlo, ponerlo en práctica; porque con este exquisito vehículo de enseñanza-aprendizaje hemos hecho maravillas; sí, pero también cometemos bastantes desaciertos cuando se hace uso inapropiado de sus respectivos elementos metodológicos.

Sin embargo, nos hemos ocupado suficientes horas teorizando cómo acceder y consolidar un proceso educativo exactamente para los tiempos que nos toca vivir y que trace una línea auspiciosa para el futuro.

En casi todos los lugares de nuestro país que hemos visitado, por expresas invitaciones de los organizadores de respectivos eventos académicos, conseguimos profesionales densamente formados en el álgido eje temático de las fronteras; lo cual nos honra y llena de profunda satisfacción venezolanista.

Me nutro de conocimientos al escuchar, con detenimiento, sus respectivas reflexiones, sobre esta controversia.  Encontramos, en muchas partes, gente sabia para grandeza de la Patria.

Estamos dispuestos siempre, además, a intercambiar criterios con los participantes, en general, centrados en tal acaso litigioso.

Hay un bastión enorme que ha acumulado muchas indagaciones documentales; lo cual les ha permitido acrisolar vivencias y experiencias. Tales compatriotas portan en sí mismos sendas “cajas de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.

En nuestro indetenible recorrido por las universidades venezolanas y por algunas instituciones públicas y privadas; así, también, por las distintas plataformas digitales, se nos pide con avidez que deliberemos   con precisión pedagógica el asunto de la contención territorial que sostenemos con la excolonia británica.

 Nos asomaron, una vez, la opción de crear en Venezuela una Casa de Estudios Universitarios exclusivamente para los temas fronterizos de nuestro país y del mundo. Nos lució interesantísimo.

No hace mucho tiempo se mencionaba, en discursos reiterativos, que había que mejorar la Educación; en consecuencia, uno que otro remiendo se hizo. Luego, se insistió en señalar la urgencia de   darnos una “Educación de calidad”; lo cual no fue más a allá de replantearse una planificación curricular con objetivos diseñados de manera rígida, cuya esencia apuntó casi que únicamente en términos economicistas; es decir, la consecución de profesionales universitarios que egresaran con la misión principal de producir. No está mal, pero falta todavía incorporar, en los contenidos programáticos, otras muchas dimensiones humanas, que han quedado rezagadas.

Acaso se puede desconocer que en casi todos los planes educativos universitarios   han quedado por fuera: vivencias enriquecedoras, realidades de los espacios humanos, experiencias, miradas aportativas, emociones, intercambio de sensibilidades, anécdotas, subjetividades puras, querencias, singularidades. Muchos de estos enfoques resultaban ajenos a la Academia, porque no eran medibles.

Si la propuesta (como la que aquí presento, sucintamente) de integralidad de la Educación aspira a obtener fuerza y consistencia epistemológica, entonces, se obliga a estructurarse y sostenerse   en un concepto serio y teoría creíble.  Respondo que sí, ciertamente, las tiene. Por lo tanto, todo cuanto se piense, sume y comporte por un proceso de enseñanza-aprendizaje con tales características debe involucrar: conocimientos, actitudes, valores, la equidad en/para la vinculación social, la coherencia en ser y hacer, involucramiento de lo humano, la eficiencia, la tecnología al servicio de los seres humanos y un larguísimo etcétera.

Más de (45) años de mi vida académica se los he dedicado a estudiar los muchísimos aspectos pertinentes a las fronteras y los límites interestatales; con lo cual, modestamente, he acaudalado una amplia experiencia puesta siempre y sin reparo al servicio y disposición de la patria.

En esta oportunidad, me permito proponer a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades (CNU), la creación académica-administrativa de una Universidad, cuyos componentes curriculares exclusivamente estriben en los Asuntos Fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo.

Aspiramos que a través de estrategias metodológicas apoyadas en seminarios se haga posible desarrollar análisis, discernimientos, oportunas conferencias magistrales; visitas a los sitios de estudios, exposiciones e indagaciones documentales de demarcaciones nacionales. Aprehender las realidades de las áreas concernidas. Establecer, claramente, la diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar las reclamaciones vigentes entre Estados que integran la comunidad internacional. Los medios violentos y pacíficos de solución de los conflictos.  El Estatuto y – obviamente- la jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. En fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental y de aprendizaje horizontalizado. Todos aprendemos de todos.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones e implicaciones. Valga decir, la conformación y nuestra herencia histórica; pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios y registros cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica en general que habitan nuestra poligonal fronteriza. Los procesos productivos agroindustriales factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. Son bastantes aristas a estudiar y problematizar, en su justa medida, en cuatro años aproximadamente.

Aspiramos que, una vez que se hayan  cumplido con los respectivos planes, programas y sus contenidos,  egrese un profesional densamente formado, con un extraordinario perfil ocupacional en los Asuntos Fronterizos de Venezuela y del resto del mundo; con posibilidad de desempeñarse en la Cancillería, en las embajadas y consulados , entidades federales (sobre todo las fronterizas), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías, en otros países,  entre muchas opciones laborales.

Al consolidarse esta propuesta –encontrándose ahora en fase de proyecto– ofrecerá ilimitadas posibilidades para que dicten cátedras en esta casa de Estudios Universitarios:   juristas, historiadores, cartógrafos, internacionalistas, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, militares de los distintos componentes de nuestra Fuerza Armada Bolivariana, especialmente de la Marina.

La integralidad del estudio y desarrollo de nuestros espacios fronterizos – y los de otras naciones- debe considerarse de manera cabal; y – obviamente- despertar el interés nacional para que se fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes estructuran y ejecutan Políticas Públicas, a nombre del Estado venezolano.

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