El coronel psicópata, prestidigitador del hurto

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Dr. Crisanto Gregorio León

«Lo que usted ha robado nunca será suyo».

«Bajo el glaciar» (1968), Halldór Laxness

Además de ser un mitómano, un compulsivo mentirosole gusta apropiarse de lo ajeno y aunque su grado de marginalidad pareciera adjetivarlo como un ladrón ordinario, premedita y planifica el hurto cuando ve un momento o un lugar propicios para ello.  Es un refrán popular que la ocasión hace al ladrón y le calza a la medida a este Coronel psicópata, con la peculiar característica que este ladrón hace y construye la ocasión. Le gusta montar escenarios donde las víctimas, en este caso los usuarios se vean forzados a proponerle arreglar las cosas con un rollo de dólares y a través de sus intermediarios sus monos voladores el juego está ganado, la extorsión y el chantaje cobran vida.  Bueno ya sabemos que es un cuatrero entre otras cosas, pues se adueñó de mucho ganado que era para alimentar a otras gentes. Sus desórdenes de la personalidad son muy definitorios de la clase de lacra que es.  Recordemos que padece entre otros desórdenes de: Trastorno de la personalidad antisocial, Trastorno narcisista de la personalidad, y participa de varias de las características del Trastorno histriónico de la personalidad.

Es como cuando de niño su mamá lo mandaba a comprar hielo en la casa del frente y para quedarse con el dinero, le decía a la señora que se lo regalara. Así timaba a su madre y a la vendedora de hielo. Desde niño programa escenarios y construye ocasiones para hurtar. Es una persona con  malas mañas, malos hábitos, malas costumbres; es muy osado y le gusta asumir riesgos porque eso le da combustible a su narcisismo.

A lo largo del tiempo ha perfeccionado sus vicios y resabios, y siempre consigue personas sin principios, sin ética y sin moralidad que le sirven de cómplices, encubridores y coautores, en sus delitos. La actividad criminal es un síntoma tanto del trastorno de conducta como del trastorno de personalidad antisocial. A los psicópatas como es el caso de este Coronel, les faltan remordimientos, participan en actividades delictivas porque no se sienten culpables por hacer cosas malas a otras personas. No desarrollaron conciencia.  Tienen problemas para entender las perspectivas de los demás y, por lo tanto, por su falta de empatía no disciernen cómo se sentirían si se les violara, agredieran o robaran.  

El asunto es que este Coronel psicópata, no tiene ningún principio ni vergüenza. En otros tiempos las personas se sentían abochornadas y humilladas, con una pena descomunal y hasta se les sonrojaba el rostro, bajaban la mirada, escondían la cara y ni se dejaban ver cuando la comunidad les sabía ladronas, por el escándalo que constituía para su prestigio y la forma despreciativa y sancionadora como la sociedad las viera.  Ahora en esta aldea global todos saben quién es ladrón, como el caso de este narciso Coronel  y eso les resbala y ni pena sienten porque todos sepan que son delincuentes.  Es más, este felón del Coronel psicópata se desplaza con su característico prurito rectal, como si nada estuviera aconteciendo, como si él fuera un angelito – que lo es, pero del mal como lucifer – , con un caradurísmo y un cinismo propios de un psicópata, desvergonzado. Seguro sus padres están retorciéndose en sus tumbas al saber que en vez de un hombre de bien, dejaron una plaga en la sociedad y que es un hombre de mal.

Este Coronel psicópata es un auténtico prestidigitador en el arte de hurtar, robar, trampear, delinquir de bajo perfil. Es un as del fraude, lo comete con tal endemoniadez, que pertenece al Octavo círculo  del que nos habla Dante Alighieri. En el octavo círculo se castigan los pecados relacionados con el fraude; los que son fraudulentos de forma deliberada, siendo conscientes del mal que causan, están confinados en un lugar llamado Malebolge, «la fosa de los malvados»: ladrones, estafadores, malversadores y  funcionarios fraudulentos.

Sin ser cleptómano es un ladrón compulsivo y siente placer al robar, porque es un delincuente psicópata. Este felón narcisista, durante el robo, el hurto o el fraude que los comete consuetudinariamente en la institución y en otros espacios;  siente fruición, alivio y gratificación ;  no siente ni culpa ,ni remordimiento, ni vergüenza, ni temor. Con mayor ansiedad y con mucha excitación mientras comete el robo, porque él busca adrenalina que lo mantenga en el filo de las emociones, que es su salto en bungee o en paracaídas, por ser una de las características de los psicópatas. Estas personalidades antisociales, psicópatas o sociópatas sufren vacío afectivo y hastío profundo. Son impulsivos, egocéntricos, narcisistas, dominantes y carentes de remordimientos. Buscan, compulsivamente, sensaciones intensas.

¿Y qué es lo que quiere el negro? Que lo dejen robar y delinquir a todo cañón  impunemente, porque él es un psicópata, un individuo sin escrúpulos que quiere pasar por la institución como si se tratase de un elegante gerente y es un vulgar ladrón. Y con ladrón nos queremos referir no solo al acto de apropiarse de bienes que no le pertenecen a través de la fuerza o del hurto sin cometer violencias; sino que con ladrón perseguimos aludir a todo comportamiento deshonesto u ominoso que envuelve la obtención de riquezas o ganancias o patrimonios o bienes haciendo uso de vicios, mañas, malas costumbres y criminales estratagemas.  Y en su caso son las grandes coimas.

Y la pregunta alienígena ¿De dónde coño salió este ladrón? Que llegó a derribar el prestigio de una institución valedera, que poco a poco se está desdibujando y que otras corporaciones están asumiendo sus roles de reclutamiento de sus usuarios, lo que a la larga va a llegar a la desaparición de esta noble empresa. De él sabemos que hasta el Espíritu Santo lo execró de su geografía. Que patrullando la costa, lo patearon por delincuente y ahora desgraciadamente por un nexo de compadrazgo está socavando las bases de la institución que tiene parasitada.

También sabemos que opera solo o con cómplices y  ahora mismo se auxilia con su suplemento primario, mayormente se encuentra con esclavos voluntarios que son sus monos voladores que le preparan y le cuidan el terreno para delinquir; está especializado en múltiples delitos comete toda clase de ellos,  proviene de un núcleo familiar problemático, conflictivo, de bajos ingresos, y con antecedentes de abuso.

Como aberrante prestidigitador del hurto, hace desaparecer cargamentos completos de comida, cambiándoles las rutas y surtiendo la bodeguita de San José. Es un conocido cuatrero, se apropia de las vacas que tienen una función social y él les da un uso privado vendiéndolas por kilos allá donde el tío aquel. Ha vendido el parque automotor de la institución, y gran parte de los aparatos electrónicos reposan en sus casas y en las de su suplemento y desde luego en las habitaciones de sus monos voladores y otros artefactos también los ha vendido. Cuánta lástima los escáneres que de tanta utilidad son para la corporación, tienen ahora otros destinos. Es para ponerse las manos en la cabeza, es terriblemente increíble que este tipejo esté al frente de una importante institución social, cuando es un malandro enmascarado.

 En fin, este Coronel psicópata, narcisista, licántropo y voyerista, tiene montada en la institución su propia casa del truco, de la truculencia.  

El Coronel psicópata y sus monos voladores, son los mercaderes del templo que debieran sacarse a empujones y a patadas de allí, porque han hecho de la institución una cueva de ladrones, donde se venden y compran ilícitamente documentos, además de otras sensibles permisiones, por lo que se debería volcar la mesa oval donde cambian con grande desfachatez el ingreso y la permanencia por dólares.

Recordemos Marcos 11:15-18, como Jesús echa a los mercaderes del templo: Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas, y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. Y les enseñaba, diciendo[a]: ¿No está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones”? Pero ustedes la han hecho cueva de ladrones».

«Amigo mío, mi esposo es un avaro que no me da nunca dinero; déjame coger un cordero, y tú dirás que se lo ha llevado un lobo. -Señora, -le respondió Fatal-, quisiera de todo corazón servirla, pero prefiero morir antes que decir una mentira y ser un ladrón. -No eres más que un tonto -le contestó la mujer-; nadie sabrá que lo has hecho. -Lo sabrá Dios, señora -respondió Fatal; Él ve todo cuanto hacemos y castiga a los mentirosos y a los que roban».

Jeanne Marie Leprince de Beaumont

crisantogleon@gmail.com

Profesor Universitario/Abogado/Periodista/Psicólogo/Escritor.

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