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La comunidad de Araguaimujo todos los años sufre los embates de la crecida del río Orinoco, que a su paso afecta los sembradíos y casas de la mayoría de las familias.

Basados en su conocimiento ancestral del clima, los adultos mayores de la comunidad pronostican para este año una creciente “devastadora”, por el cambio de color que experimentó el color del río durante el mes de marzo, lo que significa que ya ha empezado a subir el agua, cubriendo las diferentes playas, tanto del río Orinoco, como de los caseríos a su alrededor.

Todo indica que el fenómeno del cambio climático se hace cada vez más notorio en los sectores fluviales del Delta, situación que tiene en alerta a los habitantes de esta zona, debido a que la mayoría cuentan con siembras de yuca y de maíz.

“Como han cambiado los tiempos, antes la época de lluvia comenzaba a principio o mediados del mes de mayo, pero ahora ya todo eso cambió. No sabemos cuándo es época de lluvia y época de verano. Este año parece ser que la creciente va ser demasiado fuerte, porque el agua comenzó a subir finalizando marzo”, relató el agricultor de la zona de Araguaimujo, Fidencio Colina.

Algunas comunidades fluviales de los municipios Casacoima, Antonio Díaz y Tucupita también son afectadas durante los tiempos de creciente, por estar ubicadas en el río Orinoco.

Plátanos, auyamas, yucas, topochos y patillas, son algunos de los rubros que lamentablemente pierden los habitantes de estas poblaciones.

En tiempos de creciente, lo más devastador es ver cómo las casas se van derrumbando, llevándose con ellas equipos electrodomésticos y demás bienes producto del sacrificio que han hecho estas familias.

Según los reportes de periodos anteriores, cada año, un poco más de 2 mil familias de indígenas warao y criollos, son afectadas por el fenómeno de la creciente del río Orinoco entre los meses de mayo y septiembre.

En el boletín “Pueblos indígenas: acervo milenario de acciones para combatir el cambio climático” publicado por Kapé Kapé este año, se señala que expertos en investigaciones ambientales concuerdan en el acelerado impacto ambiental que experimenta la región del Delta del Orinoco por la crisis climática global, en específico, la diversidad biológica de sus comunidades con un 66% de sus espacios entre la categoría de bosque de pantano, manglares, morichales y rabanales entre otros.

Lucio Bermúdez y Juana Moya, indígenas waraos ambos de 70 años, se consideran sobrevivientes de la alteración y el desequilibrio más importante del régimen hidrológico del Delta que significó el cierre del caño Manamo.

Durante 50 años han sido testigos de la muerte lenta del ecosistema y la vulneración de la biodiversidad de este importante río que es un afluente principal del Orinoco.

La pareja septuagenaria, señala que sobrevive con el conocimiento y el aprendizaje ancestral que les ha otorgado la madre naturaleza; el bosque es su supermercado y el gran proveedor que se agota lentamente por la alteración del ambiente.

PRENSA KAPÉ KAPÉ

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