Queridos coterráneos, encantado en saludarles nuevamente. Aquí estamos con la verdad por delante, que es la única manera impoluta de comunicarme con ustedes, a decir verdad, es la verdadera comunicación, sin convencionalismo alguno.
Éste es realmente el arquetipo de una verdadera comunicación en todos los aspectos. La verdad, es que la verdad es tan real como cualquier otra cosa y debemos siempre sopesar sus incómodas aristas. Todo gira siempre en torno a la verdad, en el caso del periodismo, la ética periodística funge como una especie de tenaza para tomar la verdad en su estado más puro y llevarlo a su destino: La gente.
Evitando siempre que cualquier mano ensucie, tergiverse o contamine su más pura esencia. En todo caso, la verdad es la columna vertebral no solo del periodismo, sino también de la sociedad en su conjunto. Sin ella estamos segados y destinados a cometer los mismos errores, desconocer a nuestros hermanos necesitados en algún lado de nuestra ciudad, país, continente o planeta. La verdad es el camino y la única motivación, la verdad es lo que merece un mundo tan lleno de mentiras. La verdad desenmascara y retribuye. En cuanto a nosotros, podríamos estar nadando en un mar de falsedades y preferimos no estar conscientes de ello.
La verdad es un elemento vital para una sociedad sana. Ella libera, es independiente, no tiene colores ni tintes, es única e irrefutable, nadie es su dueño y solo existe en aquellos que son lo suficientemente valientes, como para tomarla e inyectarla intacta en el papel de un periódico, en un computador y mostrarla a la masa y en sus comunicaciones verbales cotidianas. Hay quienes lo han hecho intachable- mente toda su vida, a esos, mi más profundo respeto.
Lamentablemente existen muchos elementos crónica- mente embusteros que utilizan la mentira no solo para dañar la buena reputación de algunas personas, sino para aparentar y decir lo que no es, que viven de apariencia, creyéndose y haciéndoles creer a los demás lo que no son, pobres elementos en pugna perenne con la realidad, con la verdad, es su enemiga, le temen. Ella prevalece y siempre aparece.
Por allá, en el año de 1900, un escritor y poeta francés, escribió una fábula acerca de la verdad que trayéndola a la actualidad, fulgura entre tanta falsedad, pero que denota una vigencia infalible. No recuerdo bien las palabras que él usó, pero si la temática de la historia, la fábula en cuestión era en términos generales así: «Paseaba la Verdad por el campo una mañana y al pasar por un hermoso lago frente a una casa de madera estilo campestre, por la ventana de ésta se asoma la Mentira y le dice a la verdad:-
— Verdad, hermoso día ¿cierto?
La verdad mira y, efectivamente, hacia un lindo día, y asintió. La Mentira le dice ahora:-
— Verdad, hermoso lago y el agua está igual de hermosa y fresca. La verdad mira y realmente el lago es hermoso y va hacia él e introduce la mano, y ciertamente el agua estaba fresca, y asintió. La mentira sale de la casa y se acerca y le dice:
— Verdad, bañémonos.
A la verdad, le pareció bien y ambas se quitaron la ropa, la pusieron en la orilla y se lanzaron al agua. Estuvieron largo rato nadando, la mentira en un momento va rápido a la orilla se pone la ropa de la verdad y se va. La verdad también va a la orilla y se percata que la Mentira se llevó su ropa, más la Verdad fue incapaz de ponerse la ropa de la mentira, y también se fue. La gente veía a la Mentira disfrazada de Verdad y muchos creían en ella, pero cuando veían a la Verdad desnuda se escandalizaban. Allí termina la fábula. Pero esa es la constante desde hace mucho en la historia, disfrazan la mentira de verdad y muchos creen en ella, y cuando se presenta la verdad desnuda, muchos se escandalizan.
Debemos familiarizarnos con ella, no temerle. Así seremos mejores. Hasta una próxima entrega de » La Verdad en Pelotas».
Manuel Hernández.