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Gerónimo Figueroa Figuera
CNP: 569

El domingo 21 de Noviembre 2021 leímos en la página web de la emisora Costa del Sol del estado Sucre, una noticia que daba parte de la desaparición de tres niños, diez, ocho y un año de edad, así como una niña de cinco años, quienes junto a su madre y su padre viven en El Tigre estado Anzoátegui. Una semana después, el domingo 28 de Noviembre leímos en la misma página web que habían encontrado vivos a los niños de diez y ocho años y a la niña de cinco años, todos presentando estado de desnutrición muy crítico que ameritó su traslado a una clínica para su tratamiento médico, especialmente de alimentación para su recuperación, mientras que la misma noticia anunciaba que el niñito de un añito lamentablemente fue encontrado sin vida, con señales de desnutrición severa.

Según la versión publicada en la página web la madre ese domingo encaminó a sus cuatro hijos hasta un botadero de basura a recoger material plástico para luego venderlo a las empresas que se dedican al reciclaje, pero estando en el sitio comenzó a llover y la madre decidió enviarlos hasta la casa bajo el “cuidado” del niño mayor de diez años, pero lamentablemente a partir de ese momento no se supo mas de ellos. Y en seguida se montaron los operativos de búsquedas por bomberos, Protección Civil y voluntarios que una semana después lograron localizarlos pero en las condiciones que ya narramos.

Sin embargo, paralelamente a la búsqueda, el CICPC muy “diligente”, suponemos de un burócrata mal encarado desde una oficina con aire acondicionado bien comido y bien bebido, ordenó la detención de los padres de los niños desaparecidos por “sospechosos”. Esto significó doble dolor para esos padres, estar preso y no saber nada de sus hijos desaparecidos. ¡Carajo! Hay que estar bien jodio para hacer lo que esa madre hace para poder mantener a sus hijos, porque donde viven es un estado fallido.

En ese sentido es de suponer, pero por responsabilidad ciudadana y profesional no podemos afirmarlo, la madre decidió llevárselos a todos para que cuando ella y los mas grandes la “ayudaran” en la faena de recoger el plástico, la de cinco años se encargaría de cuidar el bebé, pero lamentablemente esos planes fueron interrumpidos por la lluvia que obligó a la madre a tomar la decisión de enviarlos de regreso a la casa, que sin ninguna duda debió ser muy duro para una madre enviar a esos niños bajo el cuidado de otro niño de diez años que no está para cuidar sino para que lo cuiden.

Seguimos suponiendo que posiblemente cuando la lluvia se hizo intensa esos tres seres pequeñitos bajo la conducción de un niño de diez años, perdieron el sentido de orientación y comenzaron a caminar a la deriva, que los mantuvo en rumbo desconocido para ellos. Es de suponer que cuando el niñito de un añito decía tener hambre el otro niño de diez años y conductor del grupo debió encontrarse sin saber que hacer ni que decir a su hermanito. Y no es para menos, niños de tan corta edad, sin ninguna autodefensa para enfrentarse a una situación como esa, solo un milagro hizo que los dos varones mas grandes y la niña sobrevivieran, pero no así el mas frágil del grupo por los ocho dias de hambre que pasaron.

Ese domingo 21 de Noviembre mientras los activistas de todos los partidos que participaron en las fraudulentas elecciones regionales y municipales, posiblemente acompañados con alguna botella de 18 años buscaban personas para que votaran por unos y otros candidatos en disputas, una madre pedía a sus pequeños hijos regresar a la casa para resguardarlos de alguna enfermedad consecuencia de la lluvia, sin detenerse a pensar en ese momento que mas que protegerlos, sin querer los estaba enviando a lo desconocido con las consecuencias ya narradas.

La triste historia de esa madre que debe recurrir a sus menores hijos para que la ayuden a buscar desperdicios en los basureros para medio vivir, es la situación del 95% de los venezolanos que viven en pobreza, donde destaca el 74% de pobreza extrema que han sido atrapados por la terrible crisis humanitaria creada por la peste roja. Los que viven en esa Venezuela adentro que no saben si existen bodegones ni que venden en ellos. Los que solo han visto un Ferrari en las páginas de un almanaque de alguna transnacional que habla de progreso. Esa Venezuela de los familiares que salieron a recorrer el mundo a pie por las carreteras de Latinoamérica para ver que consiguen que puedan enviar a quienes se quedaron en el país.

Mientras hay la otra Venezuela del 5% de la población, la de los bodegones y tiendas por departamentos donde se paga solo en dólares, la que se traslada en Ferrari y camionetas 4X4 que se mueven con gasolina de alto octanaje pagada a cinco dólares el litro. La que maneja las minas de oro de dónde sacan toneladas diariamente manchado con sangre y sudor de los que trabajan como esclavos, y la que maneja fajos de billetes de cien dólares que no se saben como entran por sacos al país por no existir un convenio con la Reserva Federal de los Estados Unidos de Norteamérica.

@lodicetodo
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