Diversos estudios han señalado en múltiples oportunidades que las condiciones de vida, tienen un efecto sobre el estado nutricional de los niños y adolescentes que crecen en ambientes desfavorables.
En las condiciones actuales de la población indígena venezolana, en donde el acceso a los alimentos y la obtención de estos está limitado, la seguridad alimentaria de esta población está en riesgo y trae consecuencias en el estado nutricional especialmente de los niños y su futuro.
La seguridad alimentaria es definida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), como una condición en la cual todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana.
Kapé Kapé realizó un monitoreo de los niveles de seguridad alimentaria en los estados Bolívar, Delta Amacuro y Amazonas, donde se encuestó en los meses de julio, agosto y septiembre a las mismas 48 familias en estos 3 estados, como es de esperarse, los resultados de la investigación arrojados resultados alarmantes en cuanto al derecho a la alimentación en las comunidades indígenas.
A lo largo de los 3 meses, los niveles de inseguridad alimentaria de estas familias se movieron de moderados a severos.
En Venezuela la desaceleración y contracción de la economía, así como la mala administración, han provocado el empobrecimiento masivo de la población, inseguridad alimentaria de grandes proporciones y situaciones de hambre, nuestras comunidades indígenas no han escapado a ello.
En el trimestre en estudio se observaron variaciones dentro de los meses y de los porcentajes de los niveles de seguridad e inseguridad alimentaria, con ligera mejoría en el mes de agosto, nunca superior al 10 %, por circunstancias particulares de la época, como la ribazón y la cosecha de los conucos.
La respuesta de los jefes de hogar ante la pregunta de cómo lograron solventar la situación de suministro de alimentos en su hogar, las respuestas fueron variables en los meses, en el mes de julio la mayoría expresó que el salario, los bonos del gobierno y la bolsa Clap que reciben no les alcanza para nada, tiene que vender productos en la casa para sobrevivir expresaban que ya casi comen, salen a vender su cosecha como plátano, ñame, casabe y Mañoco, para recibir algo de efectivo para comprar, buscan cualquier tipo de trabajo como limpiar patios.
En agosto la ribazón ayudó a paliar en cierta medida la situación alimentaria en los hogares afectados, donde los jefes de familia manifestaron que aprovecharon la oportunidad para sacar la mayor cantidad de pescado posible para el consumo y la venta.
Para el mes de septiembre se observó una situación más crítica, pues ninguna familia gozó de seguridad alimentaria, más del 50 % presentó inseguridad alimentaria severa y 9 de cada 10 familias con inseguridad moderada y severa.
En el marco del día de la alimentación, Kapé Kapé recuerda que la inseguridad alimentaria es más que solamente hambre, puede afectar de numerosas formas a la salud y el bienestar, con consecuencias potencialmente negativas para la salud mental, social y física, que implica desarrollar políticas públicas integrales que disminuyan el impacto en la población.
PRENSA KAPÉ KAPÉ