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César Malavé

Una vez más recordamos al líder joven más valioso de Venezuela en la generación del 28, nacido en Pampatar un 23 de marzo de 1908.  Jóvito Villalba, uno esos hombres auténticos de la que puede sentirse absolutamente orgullosa la Venezuela de ayer, de hoy y de siempre. Luz inmarcesible de aquella donde la educación, la formación, y el amor patrio estaban por encima de los protagonismos personales ignaros. En el aula, el primero a la vanguardia en la labor estudiosa, pero siempre dueño de sí mismo, rebelde por instinto y convicciones. Era sobresaliente en todo y, democráticamente hablando, siempre fue eximido, ubicado en la casilla de los privilegiados. No obstante, todas esas destellantes agudezas, con rubricas rectorales y escudos patrios de sus diplomas, fueron a parar a las gavetas del olvido de la barbarie y de los grilletes en sus tobillos.

Nuestro aplauso eterno para el compatriota que triunfó por encima de los garrotes. Para el estudiante sobresaliente quien cumplió los 23 años en la oscuridad de un cepo de antihombes, después de ingresar a la cárcel con apenas 19 años, por un poema de amor patrio, hecho discurso, frente a las cenizas del Libertador. Jóvito fue un compendio de virtudes universitarias de generosa entrega por la libertad. De adulto fue un libertador de libertadores. Desprendido en todo. El primero al iniciarse la lucha por la libertad y el último en llegar a buscar el premio. Propulsor del voto de la mujer. Primer presidente del PDN. Paladín de la unidad nacional; fue el artífice del Pacto de Punto fijo. Desprendido como nadie.

Tenía entonces 19 años de edad, cuando su voz impresionó a los  nirvanas intelectuales caraqueñas y, su voz quedó plasmada en los lienzos de la libertad.

“…….. ¡Libertador!: Ha llegado de nuevo la hora de que tu acción coincide pare nosotros en ese momento de definirnos ante el destino y ante nosotros mismos. Sentado estás, como te vio Martí, en la roca de crear, con la Federación de Estudiantes, en esta fiesta de la Primavera Universitaria, con el reinado de esta reina integral. ¡Oh! Samaritana de la siembra, de cuya belleza trasciende hasta ti, como en una parábola de lirismo el viejo dolor de tu pueblo: con todo eso, arraigo del futuro. Y propiciado el surco, pedimos a tu serenidad, con esta ofrenda, la palabra que ha de gestar el milagro bíblico de una nueva creación. Habla ¡oh, Padre! ante la Universidad, donde se forjó la patria hace años. Pueda oírse otra vez, tu voz rebelde de San Jacinto. En este sitio, cuando Beatriz Primera de Venezuela, te haya ofrendado la nueva ternura de estas flores; dinos el secreto de tu orgullo, que es el mismo secreto de trescientos años, revelado ayer por el Ávila, por el viejo monte caraqueño a María de 1783.

Padre nuestro, Simón Bolívar

Padre nuestro, Libertador

Cómo han puesto los esbirros
Tu Santiago de León.

Mezquinos hemos sido al no reconocer que su dedicación a la política, siempre fue su mejor mensaje de amor a la vida, a la libertad, a la justicia, a la paz. Que cada palabra, era dicha con tan ardiente pasión que se convertía en un discurso y que cada discurso se deslizaba fluyente, raudo como el viento en profundas ráfagas de pura poesía. Rebelde poesía. Militante poesía. En Jóvito Villalba era ejemplar su humano comportamiento, fue el diputado y senador electo por voluntad popular, que más oportunidad les ha dado a sus suplentes. Rechazó, de manos de los hombres de la revolución de octubre, ser embajador en Brasil al manifestarles “Yo no soy diplomático;  yo soy un hombre político que lucha, y me quedo en Venezuela”. Jóvito fue un hombre del servicio adherido estrechamente a ideales que le eran caros, y cuando le recordamos una vez más, sentimos su ausencia porque como decía Bolívar: En Venezuela hay muchas importantes tareas que cumplir.

@cesarmalave53

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