Avergonzando a Einstein y a Hawkings

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Crisanto Gregorio León

Hay unos ¡funcionarios universitarios genios!, con títulos, diplomas y cursos paralelos, con endémicos 20 puntos en todos ellos.

Les daré el siguiente dato. Un funcionario universitario, atiborrado de todas las tareas que implica e involucra su trabajo diario. Una labor realmente exigente la suya, porque por su naturaleza es imposible descuidarla, pues exige tiempo, dedicación y siempre sale una novedad que atender.

Resulta que este funcionario o funcionaria, a quien llamaremos el “mago académico”, o el Rey o la Reina de los trucos, para no calificarlo de “inescrupuloso ladrón académico”, mientras está en el ejercicio de sus labores, en esas fechas y en esos horarios idénticos, pero paralelos, donde está presuntamente ocupado trabajando; aparece graduado – él o ella y sus subordinados cómplices – dentro de la misma universidad en su sitio de trabajo donde es jefe; con unas calificaciones endémicas de veinte puntos que avergonzaría al mismo Albert Einstein.

Y así se gradúan simultáneamente de Doctor, Magister, Licenciado, Técnicos Superiores, diplomados y cuanto curso brinda su centro de trabajo. Barajee usted las posibilidades múltiples entre las titulaciones y cursos que ofrece esa Alma Mater y las combinaciones posibles en la que un funcionario antiético y corrupto se hace de diversidad de credenciales académicas todas con iguales o paralelas fechas, o fechas imbricadas que humillarían al mismo genio de la relatividad.

O sea, estos funcionarios poseen tanta masa encefálica pensante, y de grandes cerebros que su existencia avergüenza por ejemplo al físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico Stephen Hawkings. Con “esas diarreas de veinte puntos” en sus diplomas y con presencia simultánea en iguales momentos en distintas tareas. O en todo caso con calificaciones no menores de dieciocho puntos, porque su jactancia y prepotencia los hace romper el saco, ya que hay que apantallar blandiendo títulos y diplomas mal habidos, pues son jefes y aprovechan el momento y el cargo para el latrocinio y la consumación de los actos antiéticos. La oportunidad no la deja pasar el ladrón académico.

En el mundo académico, universitario y científico es un relevante espectáculo, el hallazgo de personas esforzadas que solo se dedican a estudiar, que no hacen otra actividad sino la de formarse e ilustrarse y con un IQ – cociente intelectual – , similar o superior al de Albert Einstein que han cursado hasta tres carreras simultáneamente, incluso en distintas universidades.

Por su IQ y por su dedicación exclusiva de estudiar, sus titulaciones no son cuestionables, en la aldea global. Han cursado y obtenido sus títulos académicos a la vista de todo el mundo y no de cómplices corruptos que jurarían sus asistencias a clases y sus altas calificaciones, a través de documentos forjados o de dudosa pulcritud.

Pero esas, son solo excepciones de gente brillante académicamente. Se trata de genios, de gente superdotada, con unos cerebros brillantes para la ciencia y la academia. Se trata de verdaderos científicos que incluso con sus estudios aportan para beneficio de la humanidad. No es la generalidad, por lo que esto no puede verse como una regla y menos dentro de un grupo de funcionarios de una universidad donde son jefes y donde aparecen simultáneamente como graduados en distintos documentos académicos en las mismas horas y en las mismas fechas donde deberían estar en otro sitio o en otra clase o haciendo sus labores como empleado de la universidad.

Solo falta voluntad, decisión y ponerle los ganchos a todos los involucrados. Auditar, auditar, revisar, comparar fechas. Tan fácil que es descubrir una a una las aristas de la criminalidad interna de una universidad, con múltiples fórmulas cuando hay voluntad para adecentar la Alma Mater.

Aun teniendo el IQ de Einstein o el poder de bilocación propio de los santos,  es alarmante que en una oficina donde debe reinar la moralidad, la ética y la honestidad, además de la trasparencia académica; por la confianza que se les ha dado en esos cargos por creerlos íntegros ;  estos fenómenos delictuales se rían y se burlen de todos , andando campantes mancillando el buen nombre de una universidad y llenándose de miles de dólares porque ese esos títulos y diplomas también son  de venta clandestina e ilegal en el mercado  negro. Y quienes los obtienen así fraudulentamente  los blanden con orgullo como si los hubieran cursado y los hubieran evaluado. 

Dicho de otro modo, mientras aparecen como asistentes en una clase, en ese mismo horario y en ese mismo instante de tiempo, también aparecen que están presentes en otro curso, o en otra carrera que ofrece la universidad y como por arte de magia el funcionario es un genio oculto que tiene la universidad que por razones inexplicables no se ofrece a la NASA para proveer de adelantos científicos y tecnológicos a la humanidad.

¿Qué opina usted de esto, acaso es una leyenda urbana espeluznante?

crisantogleon@gmail.com

Profesor Universitario/Abogado/Periodista/Escritor

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