Cincuenta años como médico, una vida dedicada a los niños deltanos

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Con 24 años y una maleta cargada de sueños y propósitos llegó de la vecina Monagas, Julio Alberto Maneiro Oliveros.

Un hijo adoptivo de Delta Amacuro que ha sabido compensar tanto amor, tanto afecto brindado por la población que lo recibió con los brazos abiertos.

El doctor Maneiro como lo conocen, tiene en madres y abuelas de Tucupita, la mejor referencia a través del tiempo transcurrido en consultas. Tanto es así que asegura que está viendo los bisnietos de los primeros niños que trató en sus primeras consultas en la capital deltana.

Hoy con 73 años Julio Alberto está cumpliendo 50 años de graduado de médico. Bodas de Oro en la profesión que abrazó para siempre.

Egresado de la Universidad de los Andes, en el estado Mérida como médico cirujano, luego realizó Postgrado de Pediatría en el Pérez Carreño en Caracas en el año 1975 egresó  y en la propia capital realizó un Magister en 1976.

Amante de la música y el canto, de joven fue director del conjunto criollo de la Federación de Centros Universitarios. Participó en concursos interfacultades y orgullosamente, ganan un segundo lugar en un evento interuniversidades donde estuvo la UCV, la UDO, la Universidad Lisandro Alvarado.

Dedicado por completo ya como pediatra a los niños en Delta Amacuro siente que esta actividad, su vida entera, le ha dejado muchas satisfacciones.

El Delta me ha tratado como a un hijo, soy deltano

Una es que la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría le otorgó el reconocimiento en el año 2018, la condecoración Gustavo H. Machado, el equivalente al Premio Nacional de Medicina.

Con mucha sencillez dice: “Ese reconocimiento se lo entregué a Tucupita, en agradecimiento a tanto amor, tanto afecto que me ha brindado”.

Hace un recuento de lo que mira a través del retrovisor de su vida profesional y dice “En el hospital Razetti no había servicio de Pediatría, fui fundador, en el año 1975. Posteriormente vinieron los departamentos y más adelante el Servicio de Neonatos en el mismo hospital Razetti”.

Definitivamente una vida dedicada a los niños en el estado.

Las personas como el doctor Julio Maneiro, sin mucho ruido, han sido precursores, propulsores de caminos que otros luego transitarían.

En el año 1981 trajo los cursos de actualización pediátrica para esta zona. Cuenta que los profesores venían en avión, y por cinco años hasta 1985 se mantuvieron los cursos.

Luego vino la creación de una filial de la Sociedad de Pediatría, de la cual es miembro fundador.

Maneiro enfatiza en que esa filial los impulsó a mantenerse actualizados, estudiando, participando en Jornadas y Congresos.

Por cierto este año en julio estaba programado el Congreso Oriental de Pediatría aquí en el Delta, pero la pandemia frustró la posibilidad.

Sin embargo no para, dice que sigue trabajando, ahora en su consulta privada.

Reflexiona mientras habla y dice “Es un trabajo hermoso. La población me ha recibido con mucho cariño y respeto. Hasta dentro del punto de vista espiritual”, se ha hecho uno con este pueblo.

Una vida fructífera, tres matrimonios, ocho hijos que son su orgullo, tres de los cuales son médicos, dos pediatras y un médico veterinario.

Medita en lo que es la instrucción del médico y dice “La formación del médico venezolano es extraordinaria. Seguimos haciendo en la medida de las posibilidades”.

Una de las cosas con las que le ha tocado lidiar a veces es con la situación de algunas abuelas, que llevan a sus nietecitos a la consulta, cuyas hijas han tenido que irse y dejar a sus niños a cargo de estas, mientras ellas se van a trabajar para enviar dinero, «es una situación lamentable”, comenta.

“Hiere sentimientos propios, abuelas que llevan a sus nietos a la consulta y lo primero que hacen es ponerse a llorar”. Es importante porque pueden ayudar, pero se pierde la relación afectiva madre-niño, tan fundamental para el crecimiento de ese infante. Madre es madre”.

Definitivamente la profesión de médico es una especie de sacerdocio, de llamado, de entrega como la de dos esposos.

Y así como aquella canción que popularizara Andrea Boccelli y Martha Sánchez, “Vivo por ella”, refiriéndose a la música, Julio Alberto Maneiro, así lo siente de su vida como médico.

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