Conciencia Tribal: El país del yo no fui

0
128
Compartir

Saludos mis queridos coterráneos, nuevamente estamos en línea.  Se les aprecia y respeta muchísimo.

En un planeta llamado ATOSMOOCH existe un continente de nombre Inframundo o Tercer Mundo como también se le conoce. En este continente tan peculiar hay un país que logro su independencia en uno de esos siglos pasados del cual no hay registros ya, ya que los que participaron nunca quisieron abrogarse tal épica labor, al igual que su líder el general Citheby Noumehacuerdo, que a pesar de ser tan obvia su participación siempre decía al preguntársele: «YO NO FUI», de allí el nombre del país en cuestión. 

El país del yo no fui o Yo no fui, como también se le conoce, desde el descubrimiento del continente por María Elena Walsh, fue colonia de la potencia «NO ME ACUERDO», que le insufló su cultura, religión, costumbres, gustos, etcétera.  El país del yo no fui forma parte de ese continente con infeliz destino, el único lugar del mundo donde la pelota no cruza. Un país grande y generoso en el que viven millones de personas que utilizan casi a diario la excusologia que es su idiosincrasia e ideología, que es ademas un estudio sistemático, concienzudo, puntilloso y prolijo de como echarle la culpa a otro de los errores propios, o como descubrir en el infinito abanico de las situaciones históricas, familiares, sociológicas, ambientales, climáticas, altimétricas, etcétera, una alternativa que permita depositar la responsabilidad del problema bien lejos de quien lo produjo.

El axioma sobre el que construye su discurso la excusologia es de por si ilustrativo: «Jamás se discute sobre un asunto que nos incrimine, sin antes saber cómo salir del paso cargándole el paquete al prójimo». La Academia Nacional de Excusologia, una entidad fundadora y conspicua miembro de la International Excuses Research, admite con una sonrisa paternal de los Académicos, ciertas expresiones seudocientíficas que provienen de la más tierna infancia y que, en conjunto, componen lo que podríamos llamar excusologia iniciática o parvularia. Así como los viejos métodos caligráficos escolares escolares entrenaban la motricidad para dibujar las letras, estas excusas primarias rudimentarias diríamos, preparan al niño como futuro excusologo para asuntos más trascendentales.

Hablamos de frases históricas como:  «No fui yo, papa, fue mi hermano», «No pude estudiar porque tuve que acompañar a mi mamá al médico», o «Tenia el dibujo terminado cuando vino mi hermanita y me tiro tempera encima de la hoja». De esta forma, tan sencilla y practica el niño se introduce en el país gratificante donde todos escapan a la sanción. Todavía vestido de inocencia, empieza la carrera que lo convertirá en ciudadano del país del Yo no fui. Pero esto no es sino la prehistoria del asunto, los primeros trazos vacilantes sobre la tablilla de cera donde con el correr de errores y trastadas se irán grabando, cada vez más pro9fundamente, las marcas indebles de una excusologia personal elaborada que convertirá al sujeto en un verdadero experto en quitarle el glúteo a la jeringa. Veamos, pues como se llega a ese   estatutos beatifico y relajado.

En el primer tomo de su brillante «Excusare Tractatus Analiticus», el profesor Zafa Todo, define con propiedad, la condición básica que debe cumplir un excusologo: carecer de autocrítica. Al respecto dice: (la autocrítica) una práctica detestable «que destruye en el individuo la ilusión de impunidad, indispensable para llevar adelante un quehacer rentable en los tiempos que corren, ese producto de la introspección consciente nos lleva indefectiblemente al fracaso porque privilegia la ética privada y pública por sobre otros valores que, a la postre, resultan muchísimo más convenientes».   

Definitivo y claro. El segundo punto, que podríamos considerar fundacional para el excusologo es la ausencia permanente de sentimientos de culpabilidad, llamados vulgarmente   remordimientos. Resulta oportuno   citar aquí, las palabras señeras del licenciado Juan Antonio Quetefriega en su libro ELUDIR ES EL CAMINO… de existir estos pequeños habitantes de la conciencia (los remordimientos) la ruta al éxito se vuelve pantanosa…La mirada piadosa sobre aquellos a quienes perjudicamos con nuestras acciones o simplemente nuestros errores impide ver hacia adelante, hacia nuestra meta dorada que es eludir a costa de lo quesea…El tercer y último elemento que tomaremos en cuenta, casi diríamos una consecuencia de los anteriores, es la constitución molecular del rostro del excusologo.

No se puede ostentar el título oficial si no se tiene al menos, una dureza facial que garantice la inmoralidad absoluta en el momento de poner la excusologia en acción. Según la clasificación de Pedro Miguel Fuelotro, tenemos: «Cara de Cemento (excusologo Junior); Cara de Mármol o de Piedra ( excusologo Senior); Cara de Acero Inoxidable ( Excusologo Master) y finalmente Cara de Titanio» ( Gran Excúsalo también llamado Samper Altero). Es importante destacar el orgullo patriótico que provoca, en el país del «Yo no Fui», ostentar permanentemente los puestos mas importantes del ranking internacional de excusologos que publica el semanario With Excuse. Diferenciemos por último, las dos formas de presentación habitual de la excusologia en nuestro país, o sea, del cual nos estamos refiriendo. La privada y la estatal.

De la primera solo diremos que es materia común en todos los habitantes. Se practica en la casa y en un club,en los servicios individuales y en las empresas, en la calle y dentro de las casas: la ejercita la mujer de servicio que rompió la porcelana por descuido, cuando miente diciendo que en ese momento el niño se cayó por travieso y era más importante atender a la criatura que al jarrón; el mecánico que destrozo la inyección electrónica por meterse con lo que no sabe, cuando ataca al que atendía antes el auto; el empresario que llora miseria ante sus obreros mientras prepara el viaje a Punta Cana; el comerciante que vende como bueno lo que es pésimo y, ante el justo reclamo, se confiesa un mero intermediario; el plomero torpe que, frente al baño destruido por no encontrar el bote, culpa al constructor y el constructor inescrupuloso que, habiendo puesto materiales de cuarta, responsabiliza al fabricante ligero que, cobrando los materiales fallados como si fueran de primera, ampara su fraude en la cantidad de impuestos que lo ahogan.

En resumen, una interminable cadena de excusas que diluyen por completo la idea de responsabilidad, la noción de que los actos conscientes tienen una autoría concreta, mas allá de las circunstancias que puedan atenuar las culpas individuales. Pero, como dijimos al principio, al participar todos de esta cadena y ser, por lo tanto, permanentes víctimas y victimarios de esta casi deportiva manta de excusas a cualquier hora, terminamos por justificarla, entronizando la idea «Si lo hace todo el mundo, no se puede evitar y hay que darle».  ¡Mucho cuidado! Que millones de moscas se alimenten en las letrinas no significa que sea bueno comer mierda. La otra, la estatal, es la forma institucional de la excusologia, nacida en nuestra en nuestra madre patria con los conquistadores, vulgares ladrones y aventureros que, autorizados por bulas papales y decretos reales, cometieron toda clase de atrocidades para enriquecer  en el nombre del progreso y la evangelización; y consagrada luego, gracias a los buenos oficios del sable y la coima( verdaderos forjadores de la nación) en el decálogo del funcionario público ( ese que una vez llego, es capaz de cualquier cosa con tal de perpetuarse en el cargo para seguir haciendo negocios inexcusables).

Sin lugar a dudas, otra de las características del país del «Yo no fui», es que jamás renuncia nadie por ningún motivo ni ante ningún escándalo por mas alcance nacional, internacional o interplanetario que tenga. Los sillones de los despachos parecen tener bulones a prueba de denuncias, investigaciones, documentos incriminatorios, vergüenza publica, inmoralidad comprobada, delitos de gran variedad y todo cuanto atente contra la estabilidad del fulano o fulana que seguirá firme, contra viento y marea, cumpliendo impunemente con su ^deber patriótico^, por ejemplo: que se incendien bosques regionales o nacionales sin que aparezcan los elementos indispensables para combatir el fuego; o que después de una anunciada campaña de saneamiento, las aguas negras en la capital donde viven miles de personas siga siendo un foco infeccioso y pestilente, no es motivo suficiente para que una secretaria de medio ambiente o su director presente su renuncia.

Todo lo contrario. La excusologia los provee de un infame muestrario de disculpas y hasta se dan el lujo de contraatacar. Delicias del país YO no fui. Que, para tapar una censura medieval, un gobernador de provincia se autotitule guardián de la honra del pueblo; que, para no confesar la inoperancia, un gobernante hable todo el tiempo de la herencia recibida; que, para exculparse del hambre provocado por sus planes nefastos, un ministro cante loas al crecimiento económico global; que, para justificar la libertad de un asesino, un juez se ampare en que las pruebas no son concluyentes, y tantos etcéteras que no alcanzaría una bobina de papel para enumerarlos, son muestras palmarias de que la excusologia integra el ciclo básico común de la carrera chantocratica, la que garantiza el injusto bienestar de unos pocos y la ruina del resto. Cuando se entregan los diplomas de Chantocrata en la facultad, el decano siempre repite a los egresados la misma frase: «Si quieres vencerlos, excúsate ante ellos».

Ellos, vendríamos a ser nosotros, el pueblo (con perdón de la palabra), que no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes los excusólogos. En los papeles figuramos como los mandantes, el electorado, el público soberano; en los hechos, tragando mentiras día y noche como una costumbre, indudablemente somos la gilada.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí