La minería ilegal se sigue practicando en los territorios ancestrales de los pueblos y comunidades indígenas pemón, a lo largo del Río Carrao, en el centro del Parque Nacional Canaima, pulmón del Monumento Natural de la Humanidad, contaminando los ríos que alimentan las represas.
Esto sigue sucediendo en los mismos territorios donde fue asesinado el indígena pemón Charlie Peñaloza, en un incidente donde también hubo heridos por armas de fuego.
El aprovechamiento indiscriminado e ilegal de estos recursos naturales dentro del llamado Arco Minero del Orinoco sigue generando también la invasión y amedrentamiento a los pueblos indígenas, violando sus derechos en los municipios Sifontes y Gran Sabana llevándolos a una vulnerabilidad social, cultural, política, filosófica, económica y reduciendo su ámbito territorial.
Los ríos del Parque Nacional Canaima suelen ser de aguas cristalinas y rojizas. A la distancia lucen oscuras, “negras”, un aspecto que se deriva de la poca presencia de sedimentos y un alto contenido de cierto tipo de ácidos. Sin embargo, esa apariencia ha ido cambiando. Ahora es más frecuente ver que el agua luce turbia y de color marrón. La causa de esta transformación no es otra que la minería ilegal, que prolifera dentro del área protegida –un territorio de aproximadamente 3 millones de hectáreas– por las leyes.
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