La pobreza extrema, la miseria, la falta de trabajo a la mano de obra desocupada, la desolación y el abandono gubernamental entre otras lamentables vicisitudes, siguen haciendo estragos a lo largo y ancho del estado Delta Amacuro.
Especialmente, las familias que hacen vida activa en las comunidades marginales sombreadas por el aislamiento y la soledad, lanzan llamados de auxilios ante el frío abandono en que los tienen, sin que alguien se conduela en atenderlas a fin de cambiar el tétrico y desalentador ambiente en que se encuentran.

Tales aseveraciones las revelan las amas de casa desde la comunidad indígena de Janamatana, donde la chorrera de ofrecimientos que les han hecho, les ha hecho hasta perder la confianza, por el engaño y las mentiras de que han sido víctimas cada vez que se están en un proceso electoral.
Durante estos ofrecen el cielo y las estrellas y luego se pierden dejando atrás tristeza, ruina y desolación, generando la pobreza extrema y todo un cúmulo de incertidumbres, marchitan todas las esperanzas de un mejor vivir.
Rostros lánguidos y tristes con ojos hondos y vidriosos, son los que mantienen un cuerpo enflaquecido ante la falta de alimentación y de otras atenciones de las que son víctimas en esas comunidades, donde la vida se les ha hecho bastante difícil por la carestía y escasez de los alimentos, la falta de viviendas y de otros beneficios que hasta ahora, no les han .
JOSÉ ÁNGEL GASCÓN