Aun cuando mucha gente, no cree en los astros, números, el tarot y en hálitos que ventean conservando el espíritu ancestral de la cultura barrancoide, Uriapary los mantiene bajo su hechizo aportándoles suerte, bienestar y progreso abrigados por las frescas aguas del Orinoco

Con todas las inquietudes, nerviosismos, anécdotas y lamentos que se ventilan en el ámbito nacional, ante la situación que está viviendo el país, en la legendaria población de Barrancas del Orinoco, en el municipio Sotillo, al Sur del estado Monagas, pareciera que nada pasara, ante el grato y refrescante reinado de un ambiente de paz, confraternidad, de activa movilización en un comercio floreciente, resaltándose la movilización de propios y foráneos que mantienen en alto la originalidad de las herencias originarias, propia de la cultora barrancoide.
Legada del primitivismo, donde el indio Uriapari, todavía mantiene su hechizo que sirve de protección a las tradiciones antañonas que todavía cobran vigencia entre sus poblaciones.

Una región, donde es ampliamente notoria la activa movilización, cuyo papel preponderante toma vigencia en la circulación del efectivo, hecho notorio en el comercio de la localidad, donde cada quien juega un papel importante, tanto por parte de propios y extraños, resaltando con el arribo diario de pescadores, vendedores de queso y de otros rubros, y de muchísima gente que llega a los puertos procedentes del Delta medio y del bajo Delta, lo que hace más nutrida la vibra y el ambiente que se expande por toda la población.
Todo este movimiento le otorga a Barrancas del Orinoco las mejores dotes, en su afán de seguir altiva abriéndole sus brazos al visitante amigo, que en su arribo es resguardado y protegido por el espíritu del cacique Uriapary, que sigue privilegiando el cuidado de su gente desde el paseo Orinoco.
JOSÉ ÁNGEL GASCÓN