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GLADYS SOCORRO
@gladyssocorro

La crisis eléctrica ha alcanzado niveles superlativos. En el Zulia llegó para quedarse y amargarnos la vida a todos. Un evento tras otro han dejado en evidencia la vulnerabilidad y grado de deterioro del sistema nacional y de generación propia. La explosión recurrente de las subestaciones por sobrecarga hace que debamos soportar días enteros sin el servicio, sin que ni siquiera haya una respuesta oficial seria y coherente ante tanta calamidad.

Lamentablemente, los racionamientos y los constantes apagones ya se han hecho cotidianos en la vida de los zulianos, y con ellos la profundización del deterioro de su calidad de vida: cerros de electrodomésticos dañados, comercios cerrados, no funcionan los puntos de venta para pagos electrónicos, no hay internet para hacer transferencias y mucho menos efectivo. Entonces, ¿cómo aspira el gobierno que todo el movimiento del sector comercio y servicios se haga vía electrónica? Todo, absolutamente todo, es un disparate.

Pero esto sobrepasa a los zulianos y al resto del interior del país. Las fallas eléctricas ya se sienten con fuerza en Caracas, la capital. La evidencia de la crisis eléctrica, que en el Zulia tuvo como punto de partida tangible la nochebuena pasada, ya golpea a todo el país, siendo los apagones cada vez de más amplio espectro y extendidos por más horas.

El colapso del sistema eléctrico nacional es indetenible. Lo alerté en uno de mis artículos publicado a comienzos de marzo pasado. Para entonces señalaba que la prioridad del gobierno era mantener alumbrada Caracas para minimizar el costo político, aunque eso significara, como en efecto pasó, quitarle los megavatios a Venezuela entera. Pero bastaron 5 meses para que se demostrara que ni que la orden la girara Papa Dios, podían cumplirla. No tienen con qué. Por más que insistan, no hay capacidad de generación para cubrir la demanda nacional. La generación termoeléctrica está por el suelo y la sobre exigencia –con mantenimientos vencidos– que le meten a las líneas del sistema interconectado nacional provoca explosiones que se reflejan en mega apagones.

Los estudiosos del tema ubican la demanda nacional entre 13.000 y 14.000 megavatios, de los cuales, en teoría y sólo en teoría, 60% se cubre con la generación hidroeléctrica del Guri y Los Andes, y el 40% restante con la generación en las plantas instaladas en todo el territorio nacional. Pero la realidad es muy distinta.

José Aguilar, consultor internacional en energía eléctrica, explica que ante la muy disminuida operatividad que tienen las termoeléctricas, la decisión gubernamental sigue siendo forzar el Guri, que si bien tiene capacidad suficiente de generación hidroeléctrica, ésta no debe sobrepasar lo que las líneas de transmisión puedan soportar. Hacerlo, como de hecho viene ocurriendo, provoca una fuerte sobrecarga en la transmisión y distribución que termina en explosiones y grandes y constantes apagones como los que vivimos casi a diario.

El caso del Zulia es aún más complicado porque está en la cola del sistema y su parque termoeléctrico instalado no funciona adecuadamente. Para marzo, el estado reclamaba alrededor de 2.300 megavatios, pero para esta fecha sobrepasa los 3.000 por el pico tradicional en las temperaturas.

Aguilar señala que por la vía termoeléctrica, la Costa Occidental de Maracaibo tiene 2.430 megavatios instalados, que en caso de que funcionara correctamente, la demanda se cubriría sin problemas con una mínima dependencia del Guri. Pero la realidad da cuenta de que Termozulia funciona a 30% de su capacidad; la Ramón Laguna está inoperativa y las plantas de Bajo Grande y Rafael Urdaneta funcionan a menos de media máquina.

Lo que viene son apagones y más apagones. Con este gobierno, que ha demostrado su incapacidad absoluta para atender el problema, estamos predestinados a estar cada vez peor. Es una realidad que todos vemos menos ellos, a lo mejor porque nosotros la padecemos y a ellos nos les ha hecho ni coquito. Es obvio, en Miraflores siempre hay electricidad, y en caso de que haya alguna interrupción, la planta comienza a funcionar. Lo mismo pasa en la Residencia Oficial del gobernador del Zulia, Omar Prieto. Ni ellos ni los suyos pasan la roncha que pasa el pueblo. Ojalá nunca olviden que arriba hay un Dios que mira hacia abajo.

Gladys Socorro
Periodista
Twitter: @gladyssocorro
Blog: gsocorro.wordpress.com

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