Barriga llena no cree en hambre ajena

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Crisanto Gregorio León

La fundación no es la sombra de lo que hace un lustro, se metamorfoseó en algo retorcido desde que se implementó un estilo gerencial despótico promoviendo a gente aduladora que no provee lo que sobre gerencia exigen los tiempos actuales,  ni pone en práctica los principios científicos ni lo más acertado en  teorías sobre  el management que por cuyas virtudes la fundación fuese una empresa próspera , no solo para los amos quienes pueden seguir ingeniándoselas para mantener ingentes réditos campeando las arritmias económicas , sino por el contrario la institución pudiera ser auténticamente boyante  también a nivel de imagen  que  en la actualidad  es bastante penosa; sino además tendría una proyección y una cartera de clientes pujante como otras de su clase en el mercado.

La fundación ha sido destruida desde adentro, sin hacer abstracción de los factores exógenos, la empresa padece los síntomas y enfermedades de quien para remediar un colapso de salud  no acude al médico sino que hace sus propios menjurjes  que le dan resultado a corto plazo y le generan el espejismo de curación pero no le garantizan salud permanente y vuelve a decaer. 

Esto se traduce como que en casa de herrero, asador de palo. Como el caso de una institución que forme profesionales de la gerencia y contradictoriamente implementa para gerenciar un estilo  despótico y maltratador no solo para los clientes externos – los usuarios- sino para con sus clientes internos – los empleados-.

Cuando los representantes del patrono se dan las libertades de usar un lenguaje irrespetuoso,  majadero y desde todo punto de vista descortés y mal educado en contra de los trabajadores, es porque tienen el permiso y las órdenes de sus amos para hacerlo o porque el amo no sabe  que su representante está ahuyentado a su capital humano,  o el estilo despótico les ha calado hasta los tuétanos.

Con un lenguaje retador, provocador de conflictos, destilando odio y desprecio, un trato grosero, desconsiderado, altivo, displicente y despótico ha impulsado la huida de lo mejor del estaff con que contaba la fundación, con un salario monetario realmente deplorable, tampoco ofrece un salario emocional , aunado a ello no se hace inversión decente en la infraestructura.

Cuando a un empleado lo premian con una posición de jerarquía y haciendo uso de ese cargo  persigue  y escarnece a sus compañeros de trabajo para satisfacer las órdenes inhumanas e injustas con tal de congraciarse y adular a  su patrono, la fundación entonces declina  más en su  credibilidad, en su filosofía y su eslogan deja de tener valores y pasa a afianzar disvalores.

Y la peor política institucional es marginar a sus trabajadores, siendo inequitativos, repartiendo las mejores faenas y mayores ganancias a las roscas y a los amiguetes, siendo miserables en el diseño de las jornadas. Si la fundación se desequilibra y da tumbos financieros y su imagen se va a los suelos es porque solo implementan  políticas de persecución y no se atracción. Es perverso seleccionar trabajadores para comportarse miserables con ellos.  El egoísmo, las rivalidades, los celos profesionales que olvidan que todos deben comer, que es justicia que se equilibre la repartición del trabajo y no se pisotee la dignidad de otros seres humanos. Olvidar esto es solo entronizar que Barriga llena no cree en hambre ajena.

¿Cómo está la fundación? Hay que reflexionar sobre el daño que se causa, pues la causa de la causa es causa de lo causado.

Escritor

crisantogleon@gmail.com

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